jueves, 15 de agosto de 2013

Reflexiones acerca de nuestro Ciclo Menstrual



En mi caso, la maternidad trajo consigo sin duda alguna y sin derecho a negarse, la conexión profunda con mi propio cuerpo.  Solo cuando sentí que algo dentro mío era diferente, pude darme cuenta de lo desconectada que había vivido conmigo misma, con mi ser interno y con mi ser físico.  Solo cuando descubrí que yo llevaba otra vida dentro de mí, descubrí que mi vida era tan importante como la que llevaba en mi útero y más aún, descubrí que todo los esfuerzos que yo había hecho para habitar el mundo allá afuera, no servían de mucho, pues lo que yo siempre había necesitado era habitarme dentro, en armonía con quien yo verdaderamente era.

Entre los aspectos importantes que descubrí fue que mi ciclo menstrual era perfecto, que siempre había estado en mi cuerpo y al que yo nunca había dado tanta importancia, al contrario había casi siempre despreciado. Siempre había intentado hacerse oír, pero yo lo silenciaba.  Esta vez la ausencia de mi menstruación –esa tan temida ausencia otrora- había traído a mi vida una felicidad que encandilaba.  Mi menstruación no llegó porque se volvió nido. Este hecho tan sencillo y simple revestía en mí la culminación de un desconocido y acallado anhelo. Entonces entendí su importancia en mi cuerpo y en mi vida.

En una sociedad por excelencia masculina, donde los aspectos femeninos –sensibilidad, flexibilidad, variabilidad, etc.- se prefieren ocultar, es normal que la mayoría de las mujeres renegamos de nuestra condición menstrual.  Normalmente es una “lata” estar “indispuesta” y lo único que quieres es que aquellos 3 o 4 días pasen rápido, sin que se note allá afuera ni que se entere nadie. Salir airosa de esos días impertinentes es el único objetivo.  Los días de menstruación son un verdadero pesar.  Con esta actitud solo negamos nuestra identidad, contraemos el útero para que “no se note nada” y empieza el dolor: el dolor físico, emocional, etc.

Desafortunadamente, las mujeres no hemos sido educadas en conocernos a nosotras mismas, en conocer un aspecto femenino primordial y que nos define como mujeres: nuestra capacidad básica de ser madres y en general nuestra capacidad creadora. Estas capacidades nos la representa nuestro ciclo menstrual.  Este ciclo se divide en cuatro fases: preovulatoria, ovulatoria, premenstrual y menstrual. Cada una de estas fases trae consigo una serie de cambios corporales a nivel hormonal y de diferentes actitudes emocionales y mentales.  Estas actitudes son las que hoy en día nos traen tantas molestias debido a nuestra nula comprensión y tajante negación de lo que pasa en nuestro cuerpo.  Nos han enseñado a que ser mujeres, con todas sus irregularidades y cambios, es intolerable e importuno y de ahí la lucha eterna de parecernos cada vez más a un hombre estrictamente estable. 

En este punto vuelvo y rescato, si conocemos nuestro ciclo menstrual por fin nos entenderemos.  Si dejamos de lado al fin la lucha por esconder nuestra esencia femenina, entenderíamos por ejemplo, que este ciclo menstrual es un reloj perfecto que nos permite ser actrices e interpretar variados papeles en nuestra vida sin perder nuestra esencia. Podemos ser creativas, podemos crear, podemos retraernos, podemos descansar.  Tenemos todas esas posibilidades y más dentro de nuestro ciclo en aproximadamente un mes. Y se nos abren tantas posibilidades en nuestra vida entendiendo esto, dejamos de oponer resistencia, nos damos la oportunidad de conocernos, crecer, expandirnos, gestar, retrotraernos y renacer. Fluimos con la vida y dejamos de ver como una carga nuestro ser esencial.

Ha llegado la hora de poner fin a los tiempos en que la mujer vive escondiendo su estilo cambiante tratando de parecer estable. Ha llegado la hora de aceptarse hermana de la luna y comienza a ver con otros ojos como cambia a lo largo de su ciclo y disfruta con intensidad su luna nueva, su luna creciente, su plenilunio, su luna menguante.  Ha llegado la hora de poner fin a las enseñanzas culturales que amargamente nos enseñaron a ver nuestra menstruación –fase patente de nuestro ciclo menstrual-  con asco, pudor y vergüenza. Ha llegado la hora de reconectar con nuestros ciclos  que nos muestran el camino hacia el desarrollo de una nueva femineidad consciente.  Atenderlos es entrar definitivamente en nuestro cuerpo y habitarlo con gozo.  Tomemos consciencia de ello.


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