viernes, 29 de junio de 2012

EL CUENTO DE LAS OVEJAS


Con motivo del día del Sueño Feliz  me gustaría mostrarles un cuento que he escrito a favor del colecho y el respeto del sueño de los niños.  La ilustración la he tomado del blog de la maravillosa ilustradora ecuatoriana Eulalia Cornejo.  (Si algún ilustrador en red se inspira puede hacer otra ilustración específica para el cuento, siempre será bienvenida!)

 


 EL CUENTO DE LAS OVEJAS

Este es el cuento de las Ovejas
Que duermen juntas
Siempre en madejas.

En el otoño
Llegan retoños!
Papá oveja agranda la cama
Y duermen juntos hasta mañana
Mamá oveja busca más lana
Y teje en colores varios pijamas.

En el invierno duermen tapadas
Para pasarlo bien abrigadas
Mamá oveja pone una almohada
Y los corderos sueñan con hadas
Papá oveja pone una manta
y calcetines de lana blanca.

Los corderitos son tres ovillos
Y en sus ojitos tienen dos brillos
Toman lechita junto a mamá
Sienten calor junto a papá.

Nuestras ovejas en primavera
Duermen muy juntas
En una quimera
Tres corderitos
Juegan a saltos
Entre sus padres sin sobresaltos.

Este es el cuento de las Ovejas
Que duermen juntas
Siempre en madejas.

Se ovillan de a dos, se ovillan de a tres
Y el verano llega otra vez!













miércoles, 27 de junio de 2012

Durmiendo en Un Mundo Feliz



Cuando mi bebé nació lloró mucho por las noches.  Yo primeriza, simplemente moría de angustia al no saber qué le pasaba al ponerlo en su cuna. Fueron días difíciles.  Finalmente, luego de varias andanzas nocturnas decidimos acomodarnos los tres en la cama, y volvimos a dormir todos.  Fue así de simple.

En aquellos días, no me faltaron los consejos bien intencionados de ‘tiene hambre’ ‘dale una mamadera antes de dormirse’ ‘dale agüita de apio para los cólicos’ etc..  Del mismo modo llegó hasta mi la recomendación del libro Duérmete niño! del doctor español Eduard Estivill, el cual afortunadamente no compré.  Digo afortunadamente, porque hoy, luego de seis años de aquella recomendación leo con estupor acerca de las terribles consecuencias que tiene el famoso método Estivill para dormir a los niños.  Y no son para menos, basta con aplicar un poco de sentido común y verificar que cuando un bebé llora y no es atendido, no solo el bebé está estresado, si no todos aquellos que están en la casa, y peor aún, más mal parados quedan aquellos que encima “pretenden parecer” que no lo están.  Para mí, es un claro método de tortura infantil además de auto tortura.

Expliquemos.  Aunque he pretendido tener muy lejos este libro, porque solo de imaginar dejar llorar a mi bebé me angustio, es necesario conocerlo para justamente evitar que otros padres lleguen a él o por lo menos reflexionen antes de aplicar sus métodos.  En resumen, el método Estivill dice que para lograr que un niño duerma toda la noche es preciso ponerlo en su cuna, en la oscuridad, y si llora, no atender a su llamado para que aprenda que debe “ser autónomo” y dormir solito.  Efectivamente el bebé o el niño luego de llorar un buen rato (pueden ser horas) se quedará dormido exhausto, luego de que todo su cuerpo estuvo estremecido e inundado con las hormonas del estrés que sintió, y que sin respuesta, se rindió y su cerebro optó por segregar las hormonas para que durmiera, pues no soporta por mucho tiempo este estado de “alerta” (alerta pidiendo auxilio diría yo). 

Reflexionemos.  Un bebé, que hasta hace unos pocos meses, o semanas, vivía en un plácido hábitat en el interior del útero materno es obvio que solo conoce ese hábitat.  Por lo tanto, cuando él está separado de su madre, siente miedo, una reacción normal en los seres humanos cuando se ve en situaciones de peligro. Imaginemos cuando nosotros, adultos, nos enfrentamos a una nueva situación por ejemplo un nuevo trabajo, sentimos estrés, una respuesta natural que tiene nuestro cuerpo para ponernos en alerta a cualquier peligro o situación que no conocemos.  En el caso de un bebé, su llanto es para alertar justamente a su madre y decirle que corre peligro.  Tomemos conciencia de que somos animales mamíferos, y si sentimos que estamos en peligro porque un depredador nos acecha, sentimos miedo y cuando somos niños lloramos, porque es la forma que tenemos de llamar la atención para que nos protejan.

Sí, nosotros sabemos muy bien que el bebé está muy seguro en su cuna, pero el bebé o el niño no lo sabe, solo siente que no está el calor de mamá y está todo muy oscuro.  Los bebés y los niños no piden nada que no necesiten.  Ellos no saben de “manipulaciones” o “mañas”, esos son conceptos que nosotros los adultos conocemos, son ideas que están en nuestra cabeza y no en la cabeza de los niños.  El bebé sin duda llorará para poder salvarse de los depredadores que le acechan desde su instinto más animal que tiene.  ¿Dejarías de prestarle atención a un adulto que sufre, sólo para que “aprenda”? o bien cuando te sientes mal o pasas un mal momento, ¿No es necesario un abrazo y un hombro en donde apoyarte y sentirte segura?

La necesidad de contacto con su mamá para un bebé es tan importante y vital como la necesidad de alimento. Pretender que un bebé se quede tranquilo en su cuna y duerma toda la noche es una idea sin pies ni cabeza. Y seamos francas, a las madres también se nos va la vida cuando un bebé llora, estamos programadas para protegerlo, y si no acudimos, él en su pequeño entendimiento creerá que no le amamos, porque necesita cariño y tranquilidad, la seguridad que solo le dan los brazos de sus padres.  Nosotras también necesitamos estar pegadas a los niños, también estuvimos nueve meses pegadas a ellos, es una necesidad biológica, puede parecer irracional, pero no solo somos racionalidad, también somos instintos, y cuando somos madres, lo primero es proteger a nuestra cría, de cualquier depredador, diga lo que diga cualquier manual. 

Ya lo dicen las neurociencias.  Cuando hay mucho miedo en un ser humano, segregamos mucha adrenalina. Una exposición prolongada a la adrenalina y otras hormonas del estrés trae muchas secuelas negativas.  Una de las tantas razones de por qué hoy en día encontramos tantos trastornos como la depresión, trastornos del apego, trastornos del sueño, indefensión aprendida, déficit atencional, ansiedad, hiperactividad, y otros lamentables etcéteras, basta con preguntarle a cualquier psicoterapeuta infantil.

A nadie le gusta dormir solo, eso es un hecho. Por algo los matrimonios duermen en pareja, el contacto físico es necesario para cualquier ser humano, más aun para los bebés y niños.  El colecho o dormir juntos, no solo es necesario, si no que además es un derecho que tienen los más pequeños a sentirse en seguridad, calor y siempre al alero de sus padres.  Está comprobado que un niño en cuya crianza está colmado de amor es un niño más seguro. 

Dentro de todo lo que he aprendido y he sacado en limpio por mi propio sentido común, considero que el tratar a los bebés y niños con respeto, considerando y aceptando sus edades y sus procesos, escuchando lo que dicen nuestros instintos y nuestro sentido común, es la mejor forma de enfocarse hacia una crianza saludable.  El dormir con los niños no es un impedimento para nada.  Si se duerme incómodo, fácil se adosa otra cama a la matrimonial.  Si la pareja tiene otros planes, pues, la casa es grande y con diversos lugares para ocupar! Solo hace falta usar la creatividad. 

Siempre me encuentro con comentarios como el de “Afuera hay un mundo duro, es mejor que mi hijo aprenda aquí que el mundo es muy duro”… y yo pienso que efectivamente el mundo allá afuera es muy cruel, pero por qué he de hacerle el mundo rígido aquí en su hogar, si algún día ya tendrá que conocer el de afuera? Por qué mejor no enseñarle que existe un mundo posible lleno de amor, paciencia, cariño, comprensión aquí a mi lado. ¡Es posible ese mundo! ¡Yo lo he construido aquí en mi hogar! Quizás algún día mi hijo pueda enseñar ese legado a este mundo con tanta carencia. 
Tomemos conciencia.




martes, 26 de junio de 2012

29 de junio: Día Mundial del Sueño Feliz

La blogosfera maternal y paternal ha creado una iniciativa para que todos compartamos nuestras experiencias de sueño feliz con nuestros hijos.

Se ha creado un grupo en Facebook, llamado Día Mundial del Sueño Feliz, y también un evento ,donde se explica cuál es la iniciativa.


Se trata de realizar una acción de choque el próximo 29 de junio en las redes sociales.

Queremos que el hashtag #desmontandoaEstivill se convierta en trend topic en Twitter y que blogs, páginas y perfiles de Facebook se llenen de mensajes a favor del Sueño Feliz. 


Para ello, las acciones son las siguientes: 


-Si eres bloguera o bloguero, anuncia ya este evento en tu blog. Especifica que el hashtag #desmontandoaEstivill solo hay que usarlo el día 29 en Twitter. Haz un post ahora anunciándolo y publica otro post el 29 contando tu experiencia de sueño feliz. 

-El día 29 (y nunca antes) comparte todos los artículos, citas, testimonios que quieras sobre sueño feliz acompañando a tu hijo, a través de tu perfil o tu página de Facebook, y a través de Twitter. 

-El día 29 (y nunca antes) tuitea y retuitea todas las razones que tienes para acompañar a tu hijo a dormir, todos los argumentos científicos que encuentres, todas las ideas que quieras, bajo el hashtag #desmontandoaEstivill. 

Si quieres material para sacar tus ideas y para compartir, aquí tienes unos cuantos artículos muy útiles: 

jueves, 21 de junio de 2012

Recuerdos de mis inicios como madre



Aprendiendo y concientizando desde la dicha y el dolor

Hoy cumplo seis años como mamá.  Tengo recuerdo tan nítidos de Manuel de aquél día.  Sin duda, uno de los momentos más intensos que he vivido.  Han sido seis años de aprendizaje, de caídas, de reconocimiento.  Nada fáciles por cierto, pero no cambio por nada mi vida actual por la que tuve antes de tener a Manuel.  Y casi no me di cuenta de que ya creció y ya no es un bebé, y no hay día que no agradezca la bendición y la dicha que él, con su carita redonda, trajo a mi vida.

Recuerdo que aquellos días,  en los que reinventarse fue el pan de cada mañana, el asumir mi identidad con la nueva etiqueta de “madre” se volvió algo muy complejo.  No es algo de lo que se pueda alardear ni andar contándolo por todos lados, pero creo que muchas de las veces me dejé llevar por lo que me dijo el medio. Claro, nadie nace sabiendo dicen,  además cuando uno vive tratando de “valer” en la sociedad, esa que te exige por todos lados, y solo te va dando señales de semáforo según la aceptación, uno tiene las prioridades en otra parte.  Pero cuando nace un hijo tu enfoque cambia, y  pese a todos los consejos de madres, suegras, amigas, etc. vives ese instante solamente con una prioridad: tratar de entender por qué tu cría llora y tú no puedes más de angustia.  Alguna vez le comenté a alguien que me sentía como caminando en una cuerda floja sobre un precipicio y con Manuel en brazos.

Sin embargo, inmediatamente después del parto habitó con fuerza en mi un instinto amoroso inexplicable (ahora se que volaba en oxitocina). Una necesidad incontenible de tener a Manuel siempre pegado a mí me convirtió en una fiera.   Sin darme cuenta pasé tardes enteras mirando su carita, extasiada en su olor, en su contacto, dándole de mamar, y con el en brazos. Me entregué con toda el alma a amarlo y a cuidarlo. Me angustiaban tantas cosas también. Sentía que enloquecía. Pero toda la vulnerabilidad que sentía también traía consigo una fuerza inexplicable, una fuerza más allá de la que había tenido en toda mi vida.  Con dolor y culpa, reconozco que no tuve la fuerza para hacer cambios más grandes en mi vida justo cuando nació Manuel, aquellos que me habría gustado hacer para solamente estar con él,  pero siempre intenté estar ahí de la mejor forma.

Muchas voces opinaron durante la crianza de mi primer hijo, y yo me recuerdo como una simple oveja desinformada y casi sin voluntad, que comenzó una lucha pequeña, sin saber cómo ni por qué. El legado de las crianzas de antaño llegó a mis oídos: ‘ya debería dormir toda la noche’ ‘no lo cargues por que se acostumbra’ ‘hace mal que duerma con ustedes’ ‘no dejes que te manipule’ ‘dale agüita’. Entre estos consejos y mi angustia,  Manuel lloraba,  ahora sé que lloraba en mi lugar, lloraba por mi, por todo lo que yo no podía llorar o no me lo permitía. Mi sombra era grande. 

 A las pocas semanas de nacido Manuel no subió de peso y me ordenaron relleno.  Zarpazo sumamente doloroso.  Luché, seguí luchando por dar teta, nadie me había dicho lo beneficioso que era ni mucho menos, pero mi instinto siguió luchando por alimentarlo y lo hice, pese a que tomaba leche de tarro, yo seguí alimentándolo con mi leche, más allá de los comentarios anexos que me dijeron que lo más probable era que se me terminara, una buena pediatra me enseñó a amamantar a Manuel y luego darle la mamadera.  Así lo hice, rigurosamente.  

Cuando entré a trabajar, el segundo zarpazo fue casi mortal. El dejar a mi hijo solo, no me parecía de ningún modo buena idea, pese a los cuidados amorosos que sin duda le propinaría la abuela.  No pude escuchar lo que mi deseo gritaba. Me sometí callada al vaivén del metro. Lloré en silencio. Mi lucha continuó siendo la lactancia y el apego. Las horas de separación eran largas y los pechos me dolían durante el día.  La impotencia de estar sentada en un baño tratando de sacarme leche con un extractor es una experiencia sumamente angustiante y denigrante.

La alegría más grande del día: el recuerdo de los ojos de Manuel iluminados, abrazándome y levantándome la blusa para tomar teta, la cual ya no soltaba hasta el otro día.  Las margaritas en su mejillas, el olor de su cabecita y el tocar sus manos eran para mí el paraíso.  Viví para esos momentos, cuando llegaba en la tarde.
A la hora de dormir yo le cantaba, y descubrí que no cantaba tan mal. Ingresé con gusto de nuevo al maravilloso mundo de los cuentos y canciones infantiles.  Me gustaba cantar la Manuelita de María Elena Walsh.  Me sumergí en esa literatura, recordando los cuentos y la sensación que a mi misma me gustaba cuando era niña.   Y comencé a escribir, y escribí muchos cuentos para Manuel y no recuerdo haber echo un trabajo más gratificante y pleno durante mis horas en la oficina.

No sabía nada de lo que hoy se conoce como crianza respetuosa, o crianza natural.  Así, solo con mi instinto luché por la lactancia, dormimos con él, cuando lloraba su padre o yo lo tuvimos en brazos noches enteras pese a al cansancio.  Tímidamente escuché mi creatividad a flor de piel, guardé, a sabiendas, mis dolores durante mis primeros días siendo madre, sabía lo que me dolían, pero me di cuenta que habían otras cosas que debía arreglar y sanar antes.  Me propuse dejar que pasaran las cosas que debían pasar, y luego buscar una forma de estar con Manuel más tiempo.  Hice muchos proyectos, y algunos los he logrado en cierta medida. 

Ahora, a veces sigo sintiendo mucho dolor porque quizás pude haber estado más tiempo con  mi hijo  durante sus dos primeros años de vida, lo digo con culpa y dolor.  También siento que los aprendizajes y los procesos son así, y que lo importante es tomar conciencia de ellos. Asumo que los hijos más grandes siguen teniendo la necesidad intensa de estar con sus padres, de aprender junto a ellos, de continuar los procesos de su mano.  Y ahora esa es mi tarea, pronto Manuel aprenderá a leer y a escribir y ahí quiero estar yo.

domingo, 10 de junio de 2012

MUJER: TOMA CONCIENCIA AHORA!



 Mujer, toma conciencia de tu cuerpo, que es perfecto, y que no tiene que complacer a nadie, es bello por naturaleza, cuídalo, pero no para satisfacer el gusto de otros, si no para satisfacerte a ti, por tu salud. Tu cuerpo no es para ponerlo en un escaparate, ni tiene que estar a las modas que rigen la sociedad.  Tu cuerpo te contiene a ti, esa alma con una belleza perfecta, no le falta nada, y además tiene la bendición de poder contener a tus hijos. Si se enferma, escúchalo! Busca dentro de ti, en tu alma, qué es lo que está enfermándote!

Mujer, toma conciencia de tus sentimientos, no son burradas, ni argumentos histéricos o dementes, muchas veces cuando sientes pena o rabia por algo que ocurre a tu alrededor es por que así lo sientes! Es real! Algo ocurre! Tus sentimientos no son productos de divagaciones hormonales simplemente, ni se terminan con una pastilla para sentirte mejor, busca qué es lo que realmente está ocurriendo en ti! Siente la pena, siente la rabia! No las evadas! Escúchate, algo en ti te está hablando!

Mujer, toma conciencia de tus pensamientos, tus ideas son brillantes, tu intelecto es altísimo y por ende puede funcionar en cualquier ámbito, tienes una inteligencia ligada a los instintos y por ende tienes más canales de conexión o de atención, y gracias a ello puedes ocupar cualquier puesto y realizar un sinfín de labores. Date cuenta!

Mujer, toma conciencia de tu embarazo, siente la maravilla de ser única, porque ese ser humano que se ha gestado dentro de ti es único e irrepetible, y tienes la bendición y el privilegio de albergarlo en tu vientre y luego en tus brazos.  Siente como el milagro de la vida te recorre, esa energía que te conecta con el universo es tuya, eres parte de ella! Siente la felicidad máxima que te inunda, tal como te inunda una nueva vida, siente la perfección de tu ser y de tu naturaleza que te guía en el maravilloso camino de ser madre. Siéntete!

Mujer toma conciencia de tu parto, tu cuerpo es sabio y tu fuerza es divina, no necesitas que nadie te diga qué va a ocurrir, tendrás un hijo en tus brazos! Ya tu naturaleza te guió para tenerlo en tu vientre, y la misma naturaleza te dirá que debes hacer en el parto, escúchate! Recibe la ayuda que puedas llegar a necesitar, pero recuerda, ellos no saben más que tú! Confía en ti misma, mucho más que en aquellos.  Toma conciencia del dolor y ve más allá de él, respira que debes enseñar a respirar al ser que llega a este mundo, a inundarte de vida, respira con alegría, porque no es dolor simplemente, es vida, y este momento es sagrado. Sí, sagrado!

Mujer toma conciencia de tu hijo, de ese pequeño ser que ahora tienes en frente de ti, abrázalo, bésalo, y no permitas que nadie en este mundo lo separe de ti, ofrécele el pecho, pura energía vital, sagrada, ahora no estás sola, y no hay bendición más grande que el momento que vives. Vívelo con intensidad!

Mujer toma conciencia de tu puerperio, mujer ha cambiado tu vida, tu identidad ya no solo se escribe con tu nombre, tienes otro nombre sellado en la piel. Siente que te sumerges en una nueva estancia de tu ser, sin miedo por lo distinto que pudiera ser al mundo en que hace unas semanas vivías.  Escúchate más que antes! Todo lo que estás viviendo es factible en la nueva esfera a la que ingresas.  Relájate, tu cuerpo también sabe lo que ocurre, no intentes boicotearlo, escúchalo, escucha tu corazón y tus sentimientos, sigues fusionada a tu bebé.  Mujer busca ayuda si así lo necesitas, pero lo que sientes es normal y trata de no silenciarlo, escúchate de nuevo!

Mujer, toma conciencia de tu entorno, hay muchas voces alrededor tuyo, que te aman y te tienden la mano, pero nadie más que tú sabe lo que te está pasando, explícaselos  y escúchate, agradece la ayuda desinteresada y de buena voluntad que te ofrecen.  Mujer, eres tu la que guías tu entorno! Siéntelo!

Mujer, toma conciencia de tu pasado, sana de todo aquello que necesites sanar, y reverencia tu vida que a la vez eres tu mismo, y tu eres la que ha llegado hasta aquí para seguir viviendo y ser feliz y transmitir esa dicha a otros seres. Sánate!

Mujer toma conciencia de ti misma y de esa maravilla que eres! Eres un ser cíclico y bendito, eres la inmensidad de donde nacen y se alimentan otros seres, vívelo con alegría y fortaleza, con orgullo y optimismo, porque tu puedes dar vida no solo desde tu vientre, si así no lo deseas, pero en tus palabras, en tus gestos, en tu talante, en tus acciones. Mujer eres la vida misma! Conócete!


Mujer toma conciencia de que tú tienes el poder! Y que ser una mujer poderosa, libre y autónoma, es bueno, es sagrado, y no está prohibido!

martes, 5 de junio de 2012

De canciones románticas, mujeres guerrilleras y la maternidad




Durante mi caminata desde la casa hacia el metro, mientras cargo mi mochila en los hombros, me vine tarareando una cancioncilla algo cursi que se me vino a la cabeza.  Era algo así como la canción de una princesita que espera que su príncipe, un señor casado, se fije en ella.  Un lugar común en el imaginario de todas las mujeres que crecimos con las telenovelas o comedias románticas entre los años 80 e incluso 90.  Y hago memoria y se me viene  indefectiblemente más canciones que poblaron mi niñez: las voces españolas de Mocedades, por ejemplo,  con canciones de mujeres muy sufrientes y llorosas, reclamándole tímidamente a sus maridos sus infidelidades o desde su puesto de secretaria declarando un amor oculto.  Tomo conciencia de que esta es una de las figuras femeninas incrustadas en mí.

En mi camino veo en un paradero de micros a una mujer vestida de oficina con un bebé en brazos muy arropado y con dos bolsos colgando. No parece cómoda.  La micro no le para, y ella vocifera algo, indignada. Sigo tarareando la cancioncita que no me quiere abandonar.  Y pienso que en mi casa, mi madre una feminista y militante política acérrima, y que incluso quiso ser guerrillera, inculcó en mí el ideal femenino de los años 60’ y 70’, es decir el ideal de que la mujer que tenía que estudiar y trabajar a la par del hombre.  Nunca tuve otra idea en la mente que entrar a la universidad y  luego conseguir un trabajo en pos de mi independencia económica.  De casorios de blancos y virginidades hasta el altar ni hablar.  Sin embargo, sí esperaba al príncipe azul.  Con respecto a  los hijos, bueno  simplemente llegarían con el amor rosa que inspiraría en mí aquél señor.  Y pare de contar.  Nunca soñé la vida posterior a eso.  Simple y sencillo. Lo cierto es que  culturalmente tenía una maraña en la cabeza que abarcaba las ideas femeninas de  aquellas  canciones y sensaciones femeninas de inferioridad ante los hombres, y por otro lado la necesidad de igualarlos y emanciparse a toda costa.  Y donde queda esta maraña en la realidad estricta y consumidora que se vive en la segunda década del siglo XXI? Las mujeres estamos cambiando.

Estas dos mujeres me cruzan transversalmente y contradictoriamente. Y por ahí, estudié una carrera universitaria y me convertí en profesional.  Encontré un trabajo exitoso, cubiculado, jerarquizado y para la media bien remunerado.  Encontré a mi príncipe azul, a quien hoy reconozco como un ser humano, con todas sus virtudes y sus no tan virtudes también, y soy muy feliz.  Fruto del amor, no tan rosa como imaginaba, si no mucho más poderoso y complejo, tengo dos hijos hermosos.  Entonces,  se hizo en mi la maternidad. Un paraje desconocido y muy poco andado, claro, por esas mujeres que me cruzan.  Quizás para unas, aquéllas que suspiraban y lloraban mientras cocinaban, enceraban y planchaban, los hijos eran un que hacer doméstico más.  Para las otras algo guerrilleras fueron un sacrificio y un aspecto que las volvía más esclavas de los hombres. 

Hoy me saco leche en el baño de la oficina mientras pienso en qué prepararé de almuerzo para mañana. Mis hijos esperan en casa y yo no hallo la hora de que termine mi jornada laboral. Sin duda, preferiría estar con ellos si no fuera porque es necesario mi aporte económico en casa.  Sigo tarareando la cancioncita aquella y reparo en el mail la información del magister que tantas ganas tengo de hacer. Las dos mujeres cohabitan en mi con otra mujer que comienza a empoderarse.

Me preparo para subir al metro y a mi viaje de una hora.  Allí, en posición poco meditativa solo pienso en besar a mi bebé de 8 meses y con ilusión he comprado un cuento con ilustraciones que me ha fascinado para el de 6 años.  Luego los abrazaré y jugaré con ambos al remolino en la cama y ya escucho la risa del menor y se que no podré negarme a las peticiones del mayor que nunca se cansa del juego.  Los bañaré, les pondré pijama, dormiré con ellos, uno tomando teta y el otro agarrado a mi cintura.  Los abrazo y quiero enseñarles que para mi hoy son la razón de mi vida y de la lucha por mi libertad interior. 

Afortunadamente llevo en mi gran mochila un libro de Laura Gutman, una frase de Casilda Rodrigañez  y todo lo leído en internet en los blogs de las madres españolas, las de la tribu, las que me reconectaron, las autoras de Una Nueva Maternidad.  Y me digo:  gracias  Dios.