Hace 17 meses a mi hijo lo trajeron al mundo, mi ilusión de
parto natural sin epidural se esfumó, así, porque si, y he de entender algún
día que las cosas fueron así y que ya han pasado...que me he de curar...
Estaba informada en el momento de mi parto, pero me faltó
carácter, determinación y empoderamiento en el momento de afrontarme al parto.
Desafortunadamente, no conté con la opción de dar a luz en casa, aunque me
hubiera encantado, pero una serie de miedos infundidos por mi entorno me
hicieron decantarme por el hospital, algo de lo que me arrepiento y me
arrepentiré hoy y siempre.
Recordando todo el proceso de mi hospitalización y mi parto, y
con la historia clínica en la mano, empieza una marcha atrás en el tiempo que
me hará verter en estas paginas toda mi experiencia vivida el día en que mi
hijo fue traído a este mundo.
Diego se resistía en venir al mundo, tendría que haberlo hecho
el día 15 de Junio, ,pero pasaban los días y los días y Diego no venia, hasta
que el día 25 de Junio, el hospital llego a su limite protocolario y me pide
hospitalización para inducirme el parto el día 26. Mi mundo y planes se
derrumbaron, era consciente de que un parto inducido seria más doloroso y
tendría mas riesgo de terminar en una cesárea, aun así, pedí al hospital que me
diera tiempo para que mi cuerpo lo hiciera de manera natural, confiaba en él y
le quería dar el tiempo que mi cuerpo necesitaba para que mi hijo viniera
cuando él quisiera.
Me dieron plazo un día más, el día 27 debería llegar a las 8am
para que empezara todo cuando ellos querían.
El día 25 y el día 26 fueron días muy tristes para mi, no paraba
de llorar, porque veía que la situación se me iba de las manos, no podría
controlar algo que para mi tendría que ser natural y que alguien en un par de
días decidiría cuándo mi vida cambiaría para siempre, y no iba a ser mi hijo
quien lo hiciera...
El día 26, recuerdo haberme levantado con ganas de ganarle el
pulso a los protocolos del hospital, y decido irme a caminar por toda la ciudad
a velocidad de vértigo, no sé de donde sacaba la agilidad, mis 15 kilos de más
de peso, el verano que me clavaba en el suelo, mi angustia, mi desesperación,
mi dolor, mi frustración y mi todo hacian que mi velocidad fuera cada vez más y
más rápida, creía que así podría lograr que mi hijo viniera, acelerando su
llegada de una manera menos invasiva. Mi pobre madre corría detrás de mi,
llorando a mi mismo compás... Hasta que por fin, paré, frené, me senté y lloré,
lloré y lloré, impotente, viendo como pasaban las horas y mi parto seguía
dependiendo más del hospital que de mi misma.
Por la noche, mi pareja llego, me dijo que quería ir a cenar por
ultima vez como pareja, celebrar nuestra ultima noche solos, y reservó mesa en
un restaurante Indio, habiéndose informado que el picante también ayudaría a
desencadenar el parto.
Nos pusimos nuestras mejores galas, y fuimos a celebrar lo que
de manera escogida, y a dedo, sería nuestra última cena como familia de 2.
A la vuelta a casa, volvimos en autobús, por una calle donde
estaba bastante mal pavimentada, y de broma le dije: - ¿Te imaginas que
rompiera aguas aquí mismo por el movimiento del bus?- Nos reímos, llegamos a casa.... no pasó...
Me puse el pijama, derrotada, cansada y pensando en el día
siguiente, me senté en el sofá a descansar y hablar con mis padres de la cena.
Me levante al baño para hacer pipí, y al agacharme para sentarme
rompí aguas... salió, rompió, llovió por entre mis piernas todo el liquido que
había resguardado a mi hijo por 9 meses.
Grité, grite, Bien! Bien!!! Todos vinieron hacia el baño y yo
con las manos en la cara llorando de emoción no podíamos creer que había
logrado que mi cuerpo rompiera aguas de manera natural.
Feliz porque mi pesadilla de la inducción había terminado,
porque yo había ganado el pulso, porque mi hijo había decidido su momento.
Nos preparamos, me limpié y fuimos todos al hospital. Eran las
00:00h del día 27, el día en el que en principio tenia que haber ido a las 8am
para que me indujeran el parto.
Me hicieron las primeras valoraciones, allí tuve una contracción
muy fuerte, pero aun al tacto seguía estando “muy verde”. Creo que deberían
borrar esta frase de los protocolos obstétricos!
Me subieron a la habitación, con la ya amenaza de que si a las
12 del día no había dado a luz, me bajarían de nuevo a sala para evaluar e
inducir.
En mi habitación, tranquilamente, con mi pareja empece a tener
mis contracciones, a su tiempo, en su debida duración, con sus lapsos y sus
tiempos, sus dolores que poco a poco aumentaban según iban pasando las horas,
pero Diego no quería aun salir.
Ya cerca de las 12 del día, las contracciones un poco más
fuertes, soportables pero fuertes se presentaban un poco más seguidas, pero
dándome tregua de descanso, cuando llegan a por mi, un enfermero... desde ahí
ya supuse que mis planes y mi control había terminado.
Me bajaron a una sala, donde había 2 camillas y una cortina que
separaba una camilla de la otra, me recibió una mujer, de la que no recuerdo su
cara, pero sí su voz, una voz que me da aun escalofrío, y de la que seguro que
si vuelvo a escuchar saldría corriendo para no tener que verle la cara nunca
jamas.
Me mira y me habla en tono altivo y prepotente y con la que
tengo la siguiente conversación:
Ella: Qué?! Ya estas de parto?
Yo: Si! Tengo contracciones (mi semblante era de felicidad,
estaba feliz porque veía que poco a poco se acercaba el momento de ver y tener
a mi hijo, era feliz porque me sentía capaz de sacar adelante mi parto, era
feliz porque me sentía segura de que yo podría hacerlo, sin epidural, sin
anestesia con mi cuerpo y mis ritmos.)
Ella: JAJAJA!!! Venga hombre, tu no estas de parto! Si
estuvieras de parto no podrías ni hablar, eso no son contracciones!!!
Yo: Oiga, señora, quiero estar feliz, porque quiero estar
relajada y ayudar a que todo salga bien y fluido.
Ella: Venga, acuéstate aquí, que te voy a hacer un tacto...(Sale
riéndose del cubículo, burlándose de mi...)
Me acosté en la camilla, y me hizo el tacto, soltó su palabra
clave...Uy! Pero si tu estas muy verde!!!
Mi mundo cayó de nuevo!, pensaba que esta muy dilatada, pero
según esta mujer, solo estaba de 2cm.
Me tocó de nuevo, hizo algo que no dolió, mato! y me destrozó la
vida de ahí en adelante... perdí el control de mi cuerpo, el dolor se apoderó
de mi enseguida, mi mente, cuerpo y alma se retorcían sobre una camilla de 80cm
de ancho por quizás 180 de largo, lo sé porque alcanzaba a tocar los barrotes
superiores e inferiores de la cama cada vez que me retorcía de dolor.
Con el tiempo supe que lo que aquella mujer me había hecho había
sido la famosa maniobra de Hamilton, sin permiso, sin aviso, sin información,
simplemente una respuesta por parte de ella ante mi grito desgarrador de: ESTO
SI QUE ES UNA CONTRACCION!!! No las tonterías que tenias... ahora SI que estas
de parto!
Se marchó, tan pancha, tan feliz, tan orgullosa de haberle
enseñado a una mujer lo que era una contracción, en contra de su cuerpo, en
contra de su ritmo, en contra de su naturaleza y deseo...
A partir de ahí, yo no controlaba nada, el dolor me controlaba a
mi; así pues comienza mi lucha interna de soportar unas contracciones
dolorosas, infernales de las que me hacían perder el conocimiento...
La mujer volvió, yo no era consciente de mi entorno, me metió
una pastilla en la boca, no sé porque la tomé, no se porqué me dejé, quedé a
merced de esta mujer... luego, intentó hacerme firmar un documento, que
pretendía que yo leyera, y al que hoy miro incrédula de cómo pude firmar algo
así... en mi firma se plasma el dolor y la frustración que en ese momento sentía
En la camilla de al lado habían traído a otra chica, de la que
solo recuerdo que llamaba a familiares diciendo que la tenían en sala de
dilatación, una chica que no había empezado siquiera con su trabajo de parto,
una chica que seguro al oírme a mi gritar como una bestia, padecía imaginando
lo que se le venia encima... y yo, en ese momento sintiendo reparo y vergüenza
y pudor de no gritar tanto para no dar la nota... donde estaba mi intimidad?!
Quería volver a mi habitación...
Me pasaron a sala de partos, sobre las 14h, allí me quedé
sentada en el water, pero el enfermero de turno me hizo levantar, pidiéndome
que me acostara en la camilla para monitorizar a Diego... una vez allí acostada
nunca más me pude levantar...no me volvieron a quitar los monitores y además
empezó una carrera entre la química pura y la química natural... oxitocina
sintética intravenosa, como quien sube el volumen a la radio cuando escucha una
canción que le gusta... pipipipi... sonaba la maquina que dosificaba el liquido
que haría el trabajo por mi...
Otro tacto Paula... venga mami! a ver como estamos...! Oh! Qué
verde estas! ...y así una y otra vez.... Estas de 3!! , estas de 4!!, uy, que
no avanzamos nada... quieres la epidural? No??!!! jolín...!!! Venga más
oxitocina... pipipipi (la maquinita)....
y yo postrada en esa camilla, atada por los monitores, con la vía en mi
mano, por un lado poniendo antibiótico (tenia estreptococo positivo) y la otra
irrigando oxitocina a mi organismo, y yo sin ser responsable de mis
movimientos, sin poder hacer nada, caía rendida y destrozada, casi inconsciente
después de cada contracción.
Un sin fin de intervenciones, excesiva medicación y poco respeto
a mis ritmos y tiempos hicieron que mi parto se estacionara, pararan las
contracciones a eso de las 20h y dejara de dilatar más allá de 6cm.
Después de tantas horas, tanta oxitocina sintética y tanto
cansancio, detectaron que Diego empezaba a tener bradicardias Le realizaron 2
pruebas de PH para ver su nivel de oxigeno en la sangre, afortunadamente las
pruebas salieron muy bien.
Después de 22 horas de trabajo de parto, sin epidural, deciden
realizarme una cesárea Eso si, programada para después de las tandas de
penaltis del partido decisivo que se jugaba España contra Portugal en la
eurocopa del 2012... qué casualidad...
Yo solo sé que cuando me proponen ponerme la epidural sentí
frustración y tristeza, de ver como poco a poco todo lo que había querido y
todo lo que había luchado se difuminaba en un
simple deseo, en un simple capricho, de sentir y ayudar a mi hijo venir
al mundo...
De mi cesárea poco puedo contar y recordar, solo que cuando me
pasaron a quirógrafo yo temblaba
demasiado, afortunadamente tenia a mi pareja a mi lado, quien me cogía la mano,
a él le miraba, y el me miraba, tan desubicado o más que yo...
Acostada en la camilla del quirófano, ya lista para “abrirme”,
me informaban poco a poco lo que me iban suministrando y lo que probablemente
podría sentir... Yo solo recuerdo que a mi pareja le decía que sentía que me
iba, que me pesaba el cuerpo, que me hundía en la camilla, que me voy, que me
voy, le decía tiritando de miedo, luchando contra mi cuerpo y manteniendo la
vista en una de las rejillas de ventilación del techo, mientras sentía como me
escarbaban y jaloneaban por dentro y oía a los allí presentes exclamar por el
gran tamaño de mi hijo.
Diego, 28 de Junio del 2012, 2am, 4.300k, 56cm.
De repente, siento un duro vacío interno, y una frase que no olvidaré "Jolín! qué niño más grande", nos lo acercaron como quien enseña un trozo de carne para la venta, y se lo llevaron, tal cual como si lo fueran a filetear para entregártelo cortadito y empacado listo para llevar.
No recuerdo su cara cuando le vi por primera vez, solo recuerdo
que en broma le dije a mi pareja que tenia sus orejas!! Se lo llevaron, lo
apartaron de nosotros, le apartaron de mi...
Aún sentía como seguían escarbandome por dentro, hasta que oí
llorar a Diego, y pregunté si era él... creo que ni siquiera alcancé a
llorar... no hubo emoción, o quizá una mezcla de emociones que se anulaban unas
entre otras...
Hicieron salir a mi pareja y me dijeron, que él me esperarían
fuera, con Diego, mientras me cerraban...oh! que frase más poco delicada para
una mami que le acaban de arrebatar su momento más preciado.
Y
así fue.. salí de quirófano, y allí fuera estaba sentado Alberto, con Diego en
brazos, tan “chiquitito” que casi ni se podía ver, y Alberto tenso, le levanta
y me lo pone en mi regazo, ya en la sala postparto le pongo al pecho, y le
siento mamar de mi por primera vez... no recuerdo qué sentí... solo recuerdo
que eran las 4am, tenia a mi hijo encima mio, y que mi vida había cambiado para
siempre...