He estado algo ausente
estos últimos tiempos, lo se. Y la
verdad es que me llama mucho ponerme a escribir pero hay tanto que hacer que el
valioso tiempo de escritura y reflexión se ha visto un tanto mermado. Sin embargo, entre tanto movimiento también se
me ha dado el recogimiento, el descanso en madriguera, la observación a cierta
distancia. Han sido tiempos de cambios
intensos, de movimientos internos enormes, de traslados y
reacomodamientos. Todo se mueve, se renueva, cambia de lugar y una siente que
crece, o al menos se enriquece. Tener la
capacidad de estar en pausa y observar la vida como transcurre es
verdaderamente maravilloso. Sentir y tan
solo poder sonreir por sentir la vida de uno es a lo que yo llamo vida.
Por lo pronto, me gustaría compartir algunos extractos
de un excelente libro de la Dra. Christiane Northrup que se llama Madres
e Hijas, Sabiduría para una relación que dura toda la vida.
ACCESO
AL PODER DE LA CONCIENCIA
La conciencia, que trabaja
mediante las leyes de la naturaleza y en unión con ellas, genera y sostiene
nuestro cuerpo desde el principio a fin de nuestra vida. Para tener el máximo acceso a nuestra
capacidad de mantener o conseguir la salud y la felicidad óptimas, necesitamos
reconocer, aprovechar y acceder al poder contenido en esta conciencia. Hemos de aprender a usar consciente y
hábilmente ese poder en cada fase de nuestro viaje vital.
Tradicionalmente, la
posesión y el uso del poder ha sido asunto problemático para las mujeres, así
que quiero dejar claro lo que pretendo decir cuando hablo de poder femenino.
La ciencia define el poder
como la energía necesaria para hacer un trabajo o cambiar la materia de un
estado a otro, como, por ejemplo, convertir el agua en vapor o levantar una
piedra. Es decir, el poder es la energía
necesaria para hacer algo que ocurra.
Las culturas orientales,
particular, las enseñanzas del taoísmo, dividen el poder en dos tipos: yin y
yang. El poder yang es en el que piensan la mayoría de los occidentales cuando
se oye la palabra “poder”; se mueve activa e intencionadamente hacia un
objetivo en el mundo externo; usamos poder yang para pisar el acelerador y
lanzarnos hacia nuestros objetivos. El
poder yang se asocia con la masculinidad.
Cuando no está equilibrado por su opuesto, el poder yin, el poder yang
se convierte en una fuerza que se usa para controlar y dominar a otros. Un
exceso de poder yang en una persona lleva a una estimulación excesiva del
sistema nervioso simpático y una sobreproducción de las hormonas del estrés, lo
que conduce a trabajar en exceso, provocando agotamiento y enfermedad crónica.
El poder yin por su parte
es el poder de la expectación y la fe.
Usamos el poder yin para cambiar nuestra mentalidad o creencias, para
ser más capaces de atraer lo que deseamos. El poder yin sabe cómo y cuándo
esperar y refrenarse. Sabe que a veces
la mejor acción es no hacer nada. La
esencia del poder yin es saber que no se puede forzar un cultivo de ningún tipo
sin comprometer su calidad y cantidad.
El poder yin es el poder del óvulo que envía una señal al espermatozoide
y luego se sienta a esperar que este venga.
Es también el poder que hacer germinar la semilla en la oscuridad. El
poder yin se asocia a la feminidad. Un exceso de poder yin es causa de
pasividad y dependencia en la vida y en las relaciones. A menos que se
equilibre con poder yang, puede llevar al letargo, falta de motivación e
iniciativa, y estancamiento.
En lo que yo llamo poder
femenino están integrados el yin y el yang.
Al evaluar mi vida he encontrado útil pensar que este poder está
dividido en cinco facetas diferentes, todas interrelacionadas sin solución de
continuidad. Nuestra madre nos
proporciona el andamiaje básico para saber usar las cinco facetas de poder en
la vida. Es nuestra tarea remodelar este
andamiaje para adaptarlo a nuestra finalidad única del alma, examinando y
poniendo al día nuestras creencias y comportamientos en cada aspecto.
Christiane Northrup
Madres e Hijas, Sabiduría para una relación que dura toda la vida
P. 46
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