jueves, 30 de agosto de 2012

Publicidad de Super Cerdo: Con nuestros niños NO!

 La primera vez que vi una pancarta con un bebé sentado en su sillita y con un plato con un jugoso pedazo de cerdo y una leyenda en la que el bebé expresa como si fuera un adulto que quiere comerse ese pedazo de carne, y deseando tener dientes o poder caminar,  no pude menos que irme de espaldas.  Luego empecé a ver lo de las propagandas del mismo producto, y no! ésta saturó todo lo que puede tener entendimiento en mi.

Yo, que soy una madre lactivista, fundamentalista y defensora acérrima de la lactancia materna, además con un vegetarianismo reafirmado por el sentimiento empático que tengo con el resto de mamíferos,  no puedo observar este tipo de publicidad, en la que claramente veo escenas aberrantes y vejatorias para un niño y mujeres, y quedarme como tantas otras veces, de brazos cruzados.  Al respecto me gustaría denunciar lo siguiente:

1.- El niño que aparece en el spot tiene claramente entre 6 y 12 meses de edad.  La OMS recomienda lactancia materna exclusiva al menos hasta los 6 meses, y luego es posible introducir alimentos complementarios especialmente frutas y verduras, pero siempre manteniendo como alimento principal la leche materna, por lo menos hasta los dos años. Dudo que un pediatra recomiende a esa edad comer carne de CERDO, por lo que considero que esta publicidad tiene un mensaje demasiado violento hacia la imagen de un bebé en lo que respecta a su alimentación, la cual es y siempre debería ser la Lactancia MATERNA, y un pedazo de cerdo dista bastante de todos los beneficios y las bondades que la leche materna otorga, es decir, no solo alimento, si no también abrigo, contención, cobijo, protección, etc.  Creo que esta campaña publicitaria solo obstaculiza e intenta mitigar la lactancia materna, promoviendo así el desapego entre una madre y su hijo.

2.- El spot da cuenta de que el bebé tiene hambre por lo que quiere comer CARNE de CERDO.  Esta escena es claramente descalificatoria hacia la madre, pues, cuando un niño tiene hambre lo primero que se me ocurre a mi es que tome LECHE, preferiblemente de su MADRE, la cual, según el spot, es perfectamente reemplazable por un pedazo de cerdo. Esta publicidad denigra y descalifica la imagen de la protección que otorga la madre y el acto de alimentar saludablemente a su hijo.  Una vez más esta campaña promueve la desvinculación y el desapego de una madre y su hijo.

3.- En un país que precisamente no puede enorgullecerse por sus altas tasas de obesidad infantil, y que además gubernamentalmente se promueve una alimentación sana, es casi impensable que se haga una publicidad en la que una figura infantil tenga “deseos” de comer carne de cerdo, que precisamente no es la carne más saludable, ni siquiera para un adulto, menos representando el “hambre” en un bebé de tan solo meses.

4.- Es lamentable que estemos acostumbrados a ver mujeres semidesnudas en la publicidad tratando de que nos sea familiar cualquier producto para que lo compremos, pero utilizar la imagen de un bebé que encima es visto como un ente “ávido” de comer y como un ser autónomo que tiene pensamientos adultos respecto de una sensación humana y de un pedazo de carne, me parece extremadamente aberrante y totalmente peyorativo hacia la etapa de desarrollo de un bebé, vulnerando así los derechos esenciales de los niños y niñas.

5.- Al mostrar un niño con pensamientos “adultos” en torno a un pedazo de carne, deja entrever que el niño es un ser autónomo e independiente, todo lo contrario a lo que un bebé debe ser: un sujeto de protección de sus padres, los que claramente en el spot publicitario están ausentes o al menos muy desconectados con las necesidades esenciales de su hijo.  Esta campaña contraria el valor de la familia y de protección de un bebé.

La publicidad en la actualidad puede traspasar límites de aceptación de nuestro sentido común, como ya dije es “normal” que una mujer se muestre semi desnuda para “invitar” a comprar algo.  En torno a nuestros niños, ya es fácil ver a pequeñas de muy corta edad tratando de “imitar” a super modelos en la televisión para complacer el consumo de cualquier producto.  Estamos traspasando límites importantes.  La publicidad poco a poco va legitimizando valores muy poco saludables para nuestros niños, y en este caso, lo grave no son simplemente los puntos que enumeré anteriormente, si no la imagen que va quedando grabada en los subconscientes de la población, sobre todo de los niños, quienes lamentablemente, hoy en día tienen una relación muy directa con los medios de comunicación, especialmente con la televisión. 

Hay una estrecha relación entre las prácticas publicitarias y prácticas de construcción de identidad en los discursos publicitarios. Es decir, qué identidad estamos permitiendo que se construya en nuestros hijos por medio de la televisión? La de un bebé que está desprovisto de la protección, calor y alimento que le da su propia madre? Y por ello debe pensar como un adulto y “desear” comer un pedazo de carne? (No quiero ni siquiera mencionar los mensajes subliminales que se dan a través de esta imagen).  Y es en este punto donde debemos hacer la reflexión pertinente acerca de la violencia hacia nuestros niños que estamos avalando para complacer la venta de un producto, en este caso de algo que es bastante contrario a la relación saludable entre un niño y su alimentación, como lo es la imagen ausente de Lactancia Materna y a todo lo que ello involucra.  Campañas como esta refuerza una cultura totalmente adultocéntrica y la desvinculación entre madre e hijo, lo cual no puede ser menos que violento hacia nuestros niños, lo cual claramente sobrevalora una vez más a la primera infancia e incentiva un desarrollo no acorde a su edad.
  
En el Código Chileno de Ética Publicitaria se  señala que  “La publicidad debe respetar el ordenamiento jurídico vigente y, de manera especial, los valores, derechos y principios reconocidos en la Constitución Política” (inciso 1°). Señala además que “los mensajes publicitarios no deben contener afirmaciones o presentaciones visuales o auditivas que ofendan los conceptos morales o de decencia que prevalezcan en la comunidad o en sectores importantes de ella. Los mensajes publicitarios no deberán denigrar ni menospreciar a personas o grupos, en especial por motivos raciales, étnicos, religiosos o por su género u orientación sexual”. Para mi, esta campaña publicitaria claramente denigra y subvalora expresamente el valor de la Lactancia Materna y el desarrollo de un bebé de tan corta edad, entre otras cosas. 

Y cito textualmente al sociólogo Alberto Mayol: “Cuando el capitalismo adquiere rasgos muy profundos, cuando la sociedad gira en torno a los mercados toda su inercia se dirige a insertar distintas dimensiones del ser humano en el proceso de producción de capital.  Entre las funciones de la publicidad, por ejemplo, está la capacidad que tiene de producir familiaridad y, derivado de ello, confianza. Además la publicidad es capaz de producir erótica, deseo de proximidad, ganas de participar de una escena, situación o condición.  Pues bien, mediante la publicidad tanto la confianza como la erótica (un valor fundamental mas el deseo) se convierten en una forma de producir dinero.  La publicidad informativa deja paso a una publicidad que satura las capacidades humanas de evadir su influencia.  Los individuos o colectivos aman y creen, insertándose en una escena ficticia de encuentro comunitario o sexual, cuando en rigor es solo un caballo de Troya que tiene como fundamento y horizonte la multiplicación del capital invertido” (El derrumbe del modelo)

Ante esto, juzguen ustedes mismos, sin embargo lo único que me queda a mi por decir es: No, con nuestros niños NO!








martes, 28 de agosto de 2012

Vocación de Doula: Acompañando desde el Amor


“Soy doula porque nací bajo esa condición. Tardé algunos años en ver con claridad que había venido a acompañar a las mujeres a re-conocer el poder de la Intuición femenina y a procurar que los seres que llegan lo hagan a través de mamás y papás conscientes para que puedan Ser quienes realmente son desde el Amor y la Presencia. Soy doula porque estoy comprometida con la Vida.” Erika Irusta, doula y experta en energía femenina



Yo nunca había escuchado el término doula hasta que cuando nació mi segundo hijo comencé una búsqueda intensa de información que me guió sabiamente hasta estas maravillosas mujeres.  Sin duda, durante mi embarazos sentí en bruto una fuerza poderosa que se apoderó de mi sin piedad y para mi gran dicha y bendición.  Quise en muchos momentos entregarme a ella así sin inhibiciones ni temores, pero ahí estaba mi neocortex que volvía a apretarme y a instaurar el deseo de controlarlo todo, controlar ese sentimiento, esa energía maravillosa que claramente no se podía controlar.  Mi intuición y mi intelecto tenía una ardua lucha por esos tiempos, y si hubiera habido una doula a mi lado, habría sido menos laboriosa mi búsqueda hacia la maternidad y habría fluido de mejor forma mi energía femenina. Ahora se que una doula me habría reconectado mucho más rápido con mi poder femenino y mi esencia materna.

Las doulas (se lee dula) son mujeres sabias que acompañan a otras mujeres durante el camino a la maternidad. La labor fundamental de una doula es ofrecer soporte, apoyo y contención emocional durante el embarazo, parto y puerperio. Hablando desde un sentido más espiritual “…una doula es una mujer que acompaña desde el Amor y la Presencia, a otra mujer en el Camino de la Maternidad. Una doula es aquella mujer que, desde su conexión directa con su esencia femenina, acompaña a la mujer a re-encontrar su Poder y su Intuición para ser la madre que sólo ella Es tal como lo dice Erika Irusta, una bella doula española.

 Antiguamente, los conocimientos acerca de la concepción, embarazo, parto y puerperio se transmitían básicamente entre abuelas, madres e hijas, u otras mujeres de la familia o de la misma comunidad.  Había un buen cordón de contención o de apoyo otorgado por la tribu.

En la sociedad actual, las redes de apoyo entre mujeres se han perdido en gran medida. Muchas veces, a los padres de hoy nos toca enfrentar solos las distintas etapas de la p/maternidad. La importancia que se le da hoy en día al desarrollo profesional o laboral de los individuos, muchas veces provoca que perdamos contacto más íntimo con nuestra familia o amigos más cercanos, debido al poco tiempo que nos dejan los compromisos laborales. En general, hoy en día las mujeres enfrentamos la maternidad en soledad y sin referentes cercanos que den respuesta a nuestros sentimientos y emociones más profundas. Además,  la senda que uno inicia cuando se despierta deseo materno es bastante más dificultosa cuando se camina dentro de una sociedad en que la maternidad está bastante subvalorada y superficializada. Muchas de las veces, los únicos referentes que tenemos las mujeres son las famosas revistas especializadas, en las que normalmente se suele ofrecer una imagen idílica e infantilizadas de las embarazadas y puérperas, dejando de lado la profundidad y el relieve que representan esta importante etapas en la vida. 

Los sentimientos que afloran durante el embarazo, durante el parto o durante el postparto son de una gama inmensa, que pueden recorrer grandes distancias entre una emoción y otra en tiempos muy cortos.  Nuestra falta de información y la desconexión en la que vivimos, hace que los trances que deberían ser normales y muy felices, muchas veces se tornen espinosos y nos den la impresión equívoca de  que ninguna otra mujer antes sintió algo parecido, acentuando nuestra angustia.


Las doulas emergen hacia una superficie que hoy en día las necesita, para mi gusto, fundamentalmente. Retoman desde la sencillez la casi extinta red de apoyo entre mujeres, y remarcan la etapa de la maternidad como crisis vital en la vida de una mujer con la importancia, espacio y posición que le corresponde. La doula acompaña y sirve desde el corazón, desde el amor, como una gran amiga que entiende y apoya las decisiones sobre todo de la madre en su ser mujer, comprendiendo que la sabiduría se encuentra dentro de ella, y en su labor ayuda a que esa sabiduría emerja desde y hacia el corazón de la madre.  Una doula no asiste, ni atiende un parto, el trabajo de la doula se avoca en la contención y apoyo emocional a la madre, la guía para que encuentre la confianza en su poder femenino que la lleve hacia su poder materno.

El ser madre, para mi, es todo un proceso mágico, milagroso, es algo así como un momento místico.  Sin embargo, las mujeres hoy en día, no procesamos de la mejor manera estos momentos íntimos y preciosos.  Ya sea por nuestra soledad, nuestra baja autoestima, nuestra falta de confianza en nuestra esencia femenina, reaccionamos con mucho temor a todos los cambios, y sobretodo al cambio que implica convertirse en madre.  Entonces, creo que es muy importante contar con la ayuda de una mano amiga, de tu red de apoyo, y en este punto la doula puede cumplir un rol importante de acompañamiento que te ayude a redescubrir tus potencialidades, y a vivir los momentos con la intensidad que se merecen, a concientizar tus dolores o miedos para así recobrar el camino a casa, a su ser esencial y descubrir las bondades del crecimiento a través de la maternidad.  Una doula puede estar ahí incluso desde la preconcepción, ayudándote y escuchándote durante el embarazo, alentándote durante el parto, dando algunos consejos durante la lactancia, apoyándote durante los quiebres emocionales, riendo y soñando con las alegrías que comienzas a sentir.  Incluso las doulas apoyan durante las pérdidas perinatales.  Eso por decir algunos ejemplos. 

Una doula es algo así como una gran amiga, es por ello que entre la madre y su doula debe crearse una relación de confianza y de bonita amistad, aspectos importantes para tu reconexión interna.  El servicio de una doula puede ser muy amplio, por lo que su trabajo es altamente valioso y es necesario crear conciencia del importante rol que puede jugar su trabajo en nuestra sociedad actual, ya que es esencial la tranquilidad y confianza de una madre en si misma para traer al mundo y criar hijos más felices y sanos de una forma conciente.  Volviendo a citar a Erika:   “…siento que nuestra labor y su remuneración ayuda a crear conciencia de valor al servicio que desempeñamos. A mi parecer contar con una doula no es un lujo sino una necesidad. Siento que es una inversión en una misma, en una familia.”

Cuando tuve a mi segundo hijo descubrí la labor de estas mujeres, su labor milagrosa y de lo bien que me habrían hecho en los procesos de mi vida.  Sin embargo,  siento que fue desde mucho antes, desde que nació mi deseo materno, cuando yo inconcientemente descubrí lo que hoy ha tomado en mi una forma clara, poderosa y conciente : esta, mi profunda vocación.


viernes, 24 de agosto de 2012

La Mamá de mi Mamá




Cuenta la historia que la vida se hizo en una vasija misteriosa, a la cual llegaban todos los seres para tomar la forma que deberían llevar en vida.  Cuenta la historia que las mujeres dejaron grabadas sus enseñanzas o sus legados a manera de grandes dibujos rupestres en las paredes internas de esta vasija, como caminos o de mapas para que las otras mujeres supieran que camino tomar.  Cuenta la historia que esos dibujos, hechos de mil surcos están en aquella vasija misteriosa, y el misterio más grande es que dentro de ella se forman más vasijas que van siendo marcadas con esos mismos surcos y éstas a su vez pasan a ser los vientres de las mujeres que allí se forman…

La mamá de mi mamá tiene hoy 94 años.  En los dedos curvos de sus manos añosas lleva mil surcos que cuentan parte de su vida.  La mamá de mi mamá nació en el segundo decenio del siglo XX, y hoy sigue viviendo en el segundo decenio del siglo XXI.  Recién este año, la mamá de mi mamá ha ido perdiendo poco a poco la noción de su entorno,  se prepara para dormir a las tres de la tarde y va olvidando algunas cosas de sus memoria inmediata.  Sin embargo, hay otras que no olvida.

En el útero de mi abuela se gestó mi madre.  En ese lugar bebió sus emociones y sintió todo lo que mi abuela sintió a mediados del siglo XX.  Ese fue el universo de mi madre durante  nueve meses, y ahí mismo se formó su útero, el mismo que me albergaría a mí durante nueve meses en plenos años 70.  Si seguimos esa espiral hacia atrás, podemos imaginar el útero que albergó a mi abuela, a su madre, y a la infinidad de abuelas de donde provengo, y pensemos que cada una de ellas lo hizo en determinado momento de la historia.   El útero es el lugar, el fogón, de creación y recreación de vivencias a lo largo de nuestro gran árbol genealógico, y es en ese templo donde se forma nuestro linaje matrilineal.  

Si observamos y estudiamos podemos entender que cada mujer en la línea de nuestra historia vivió cada vicisitud que le tocó enfrentar a la mujer en cada etapa histórica. Y vaya que las mujeres hemos sufrido abusos a lo largo de la cronología o líneas de vida: la imagen de pecadora y de desobediente que nos enseña la historia de Eva, luego en la edad media en nombre de la religión muchas mujeres fueron condenadas a la hoguera tan solo porque su poder femenino de la sanación no era entendido en aquellos tiempos.  Eso por nombrar algunos momentos bastante cruentos enfrentados por las mujeres a lo largo de la historia.  Lo cierto es que si estudiamos los momentos adversos de las mujeres históricamente hablando encontraremos muchos.  Y esos sucesos fueron marcando a las mujeres de nuestra casa, y fueron moldeando sus modos de ser mujeres, madres, hermanas, hijas.  Nosotras mismas si nos observamos detenidamente, en nuestros gestos reconoceremos muchas veces a nuestra madre o abuela.  Cuantas veces repetimos a nuestros hijos las mismas palabras odiosas que alguna vez sentimos caer sobre nuestra autoestima? Y a veces veo a la mamá de mi mamá, pese a sus desvaríos, decir las mismas palabras que algún día me dijo mi mamá.

Y entonces, al pensar en tantas mujeres y avocarnos a la historia de nuestras vidas,  debemos caer en cuenta que nuestras ancestras fueron niñas, fueron hijas, fueron madres, y tuvieron abuelas y bisabuelas, que participaron en su crianza, como antaño se solía hacer.  Y fue en la crianza que se fueron marcando aquellos surcos en todas esas mujeres, aquellos caminos o sendas, que una y otra vez se han ido actualizando y repitiendo a lo largo de los años, perpetuando así los paradigmas patriarcales en los que nos desenvolvemos.  Es decir somos una gran cadena de mujeres que vamos arrastrando y heredando sufrimientos, angustias, hostilidades, sin embargo, afortunadamente también heredamos aquél poder femenino, esa fuerza subyacente interna que solo nosotras podemos entender.

La mamá de mi mamá hoy toma a mi hijo en sus brazos y lo pone en su regazo.  Esta escena hace que yo misma me encuentre con la niña que fui, y asimismo me encuentro con la niña que fue mi madre.  Los surcos en las manos  y en el útero de la mamá de mi mamá hablan también de la niña que fue.  Deshilando esta trama, puedo ver los dolores de ellas, los mismos que han sido míos, las formas de acompañar de sus madres fueron condicionadas por las circunstancias de su momento y por la larga cadena de crianza que arrastraban ya sus madres, y esas formas de crianza tiñeron sin duda la forma de crianza con que yo crecí.   Y recuerdo mis lágrimas, como ríos corriendo, y sus aguas son las lágrimas que se fueron uniendo durante años,  una comunión inmensa de lágrimas femeninas que suelen a veces recorrerme hoy.  Y voy entendiendo muchos de mis inexplicables dolores, de la ira contenida,  y de la rabia estruendosa que muchas veces he sentido hacia las mujeres de mi linaje. 

Derribando la gruesa pared del reproche y el juicio, yendo más allá de la angustia  o alegría que quizás hemos heredado, es importante reconocer también la valentía de cada una de las mujeres de nuestra casa.  Mirarlas como mujeres de su tiempo, en su espacio, mirarlas como en un espejo donde estamos nosotras mismas. Y descubriremos también  en su mirada  lucha, desplante,  arrojo, aliento.  Y su calor nos volverá a envolver en su vasija.

La mujer que se detiene, se observa y toma conciencia de su ser mujer, así desnuda, sin juzgar o ensalzar a las otras, es justamente aquella que decide honrar aquello que forma parte de si misma. Y es esa misma mujer la que puede producir el cambio, la sanación hacia las generaciones futuras, pues lleva en su mano la espada de la conciencia y el amor. Cuando por fin entendemos que el regazo que te ofreció tu madre, es el mismo regazo que le ofrecieron a ella, y miramos los regazos de las abuelas, solamente ahí podemos volver a sentirnos cómodas y amadas, y comprendemos que nuestra madre, y la madre de ella, es como la Madre Tierra, la que hagamos lo que hagamos, jamás deja de sostenernos.  Ella es nuestro mundo,  ella es la vasija que nos contiene. Caminemos hacia los orígenes de nuestra fuente, encontremos el punto exacto de inicio de la angustia y pongámosle fin, ahí radica nuestro verdadero poder.  Solo cuando tomamos conciencia de quienes somos solo ahí podemos sanar.


Algún día yo seré la mamá de la mamá de una niña, y es mi más grande anhelo que aquella niña sienta en su interior el poder del río aquel que la atraviesa, ahora de aguas cristalinas, puras y poderosas, y sienta a su vez, que ese río la nutre de un inmenso amor, respeto y confianza, elementos depositados concientemente a lo largo de tanto años.

Te atreves tú a bucear en los anales de la historia de las mujeres de tu casa?

sábado, 18 de agosto de 2012

Porteo: El arte de la piel



"La situación más terrible para cualquier recién nacido es ser separado de su hábitat: [es decir] su madre".
Nills Bergman.
"El modo canguro de tener el bebé"


Imaginemos a un bebé dentro del vientre materno, es decir tratemos de recordar cuando estuvimos ahí.  Es un lugar cálido,  es un universo completo que nos acoge durante nueve meses.  Vamos creciendo y desarrollando nuestro cuerpo, siempre abrazados por el útero de nuestra madre.  Sentimos lo que ella siente, y las ondas de nuestro líquido amniótico siempre nos acogen, nos abrazan, nos sostienen. Comenzamos nuestra vida así, metidos en un saquito cálido y placentero tocando nosotros también a nuestra madre por medio del cordón umbilical y todo lo que nos rodea, un inicio de la vida totalmente amoroso.   En ese contexto podemos imaginar que todas las sensaciones que aprendemos son a través del tacto, el primer sentido que vamos desarrollando, y esa comunicación en toda nuestra piel ahí en ese saquito, es una caricia permanente. 

Entonces, llegado el momento, nacemos.  Nuestro saquito se rompe, y dejamos ir el agua que nos contiene.  Salimos al mundo, sentimos en nuestro cuerpo desnudo el aire, la suavidad de las manos de mamá que nos toca.  Percibimos el latido de su corazón desde otro puerto.  Nos tocan y tocamos.  Luego viene todas las nuevas sensaciones que nuestro sistema sensorial comienza a detectar.  Se inicia nuestra vida, y en ese momento nuestra vida son los cinco sentidos: olor, sabor, oído, visión y sobretodo tacto.

En la actualidad, a la hora de sabernos embarazadas, lo primero que pensamos es en comprar la cuna y el cochecito.  La verdad no tengo muy claro cual es el motivo de esta impulsividad por comprar artefactos sucedáneos de mamá, me imagino que llevamos unos buenos años con estos condicionamientos orientados hacia el plástico, y estos ya ni siquiera se cuestionan.  Lo cierto es que imaginamos que el día del parto nos separaremos de nuestro hijo, y lo mantendremos en estos artefactos y desde una distancia moderada, los contemplaremos.  Y es que nadie nos ha enseñado a escuchar nuestros sonidos internos, y nadie nos da la razón cuando las madres ponemos cara de locas cuando nos dicen, ‘déjalo en la cuna y/o coche, se va malcriar’ y nosotras lo único que queremos es tenerlo cerca y no separarnos nunca jamás del bebé.  Esa es la cuestión, estamos diseñadas ancestralmente para estar todo el día pegadas a nuestra cría, pero el medio te dice que no, que lo que hay que hacer es tener cochecito, sillitas nido, y cunita. Sospechoso. Yo nunca me lo cuestioné, hasta que lo viví en carne propia. 

Cuando leí acerca del método canguro encajaron para mí todas las piezas.  Y para mi no fue tan difícil imaginarme a mi bebé colgando de mi cuerpo todo el día, ya lo llevé por dentro nueve meses, y ahora donde más podría estar que en mis brazos? Lo tuve así todo lo que pude, y ese habría sido mi deseo permanente, pero llega un momento, que también te dan ganas de lavar los platos por ejemplo.  Ahí recordé escenas que tantas veces ví cuando era chica, las madres cargando a sus hijos en la espalda en una especie de sábana blanca.  Las madres eran indígenas y trabajaban todo el día.  Jamás ví llorar o pasarlo mal a un pequeño de aquellos.  Entonces, por qué yo no podría tenerlo así de pegado a mi, mientras yo hacía algunas labores en el hogar o incluso salir a la calle y hacer otro tipo de actividades?

El método canguro consiste en portar al bebé en una especie de saquito de tela que se asemeje al útero materno, justamente como su nombre lo indica, es algo parecido a como llevan sus crías los canguros.  Este portabebé de tela se concibe como una prolongación del útero materno, como una bolsa intermedia entre la vida intra-uterina y la vida autónoma.  Además, permite estimular los 5 sentidos del pequeño: escucha la voz de su mamá cerca, su respiración, los latidos de su corazón, siente su olor, los fulares o meitai colocados de cierta forma permiten una fácil lactancia, y pueden alimentarse a demanda, y más que nada están calientitos y siempre en contacto con mamá, lo que ayuda a que se sienta seguro, confiado y contenido.  Les suena parecido al relato que imaginamos al principio de este artículo?

El uso de portabebés también permite mayor comodidad a la madre, que siente a su hijo cerca y siempre protegido, y el contacto permanente con él hace que nos sintamos más tranquilas, cercanas, y además podemos hacer otras labores. 

Ofrecer al bebé el cobijo con un portabebé, ya sea un fular, meitai, bandolera (hay mucha oferta hoy en día) no solo le provee a él las sensaciones de contención que tuvo en su vida intrauterina y por lo tanto la seguridad que tuvo en los inicios de su vida, sino también otorga a la madre la tranquilidad y la proximidad que ella tanto como el bebé necesitan.  El contacto, el calor, la intimidad y la satisfacción continúan para ambos, y estas son necesidades fundamentales para que los seres humanos nos desarrollemos como seres equilibrados en nuestra piel, mente y espíritu. El arte de la piel expresa nuestra virtud, disposición y habilidad para amarnos, así acurrucados el uno con el otro siguiendo el continuum de la vida, adaptándonos lentamente a los cambios de nuestro crecimiento.  Hay algo más bello que el respeto al proceso natural de crecimiento de los seres humanos? La belleza se plasma para mí en tan solo sentir y concientizar el contacto pleno entre los seres humanos y sus crías, y el uso de un portabebé es extremadamente importante en este proceso y es un instrumento clave en la perfecta comunión de amor entre la madre y su hijo.

Tomemos conciencia.

(Nota / Consejo: Hay mucha oferta hoy en día, es necesario verificar que el portabebé sea una tela que envuelva completamente al bebé.  Los nombres que tienen hoy en día son fulares, meitai, bandoleras, etc. No recomiendo esos portabebés parecidos a las mochilas en donde las piernas del bebé cuelgan,  como ya dije, es necesario que el bebé esté contenido completamente.  Además es importante llevar al bebé mirando hacia el cuerpo del que lo porta, jamás mirando hacia afuera porque esta posición los estresa mucho.  Yo compre el mío a una bella mamá emprendedora aquí y también me gustaron muchos los productos de esta otra mamá emprendedora pincha aquí)

miércoles, 8 de agosto de 2012

VUELVO A CASA





Vuelvo a casa, vuelvo compañero.  Y vuelvo luego de un largo destierro.  Vuelvo henchida de gozo, porque es una decisión que yo he querido tomar, y la he tomado. Vuelvo a casa y siento hoy que tomo las riendas de mi vida como nunca antes lo hice. Y me siento fuerte, y todo poderosa y me siento orgullosa de poder decirlo.

Renuncio sin duda a muchas cosas.  Hoy he renunciado a un bien que en la vida actual se cotiza en la bolsa social a un alto costo: prestigio profesional, reputación laboral, desarrollo económico e incluso desarrollo personal.  Todas etiquetas que nos vendieron hace mucho para justificar el supuesto desarrollo femenino. Hoy aquí renuncio al prestigio de trabajar en un empleo “soñado”, con un sueldo soñado, renuncio al sistema de jerarquía oficinesco y a las largas horas que me mantuvieron lejos de casa.  Hoy renuncio al pequeño poder que te da el simple hecho de ser una mujer profesional que trabaja.  He renunciado con ello a mi independencia económica por la que tanto luché en algún tiempo y, gracias a ti compañero que me ofreces tu apoyo incondicionalmente, renuncio a ella conscientemente.  Renuncio a recibir órdenes de supuestas personas superiores, renuncio a sentirme obligada y renuncio a que no se valore la creatividad de mi trabajo. Renuncio a cumplir horario y a hacer un trabajo de copia exacta todos los días. Renuncio a que no se me valore personalmente y a que pese a mis conocimientos, se dude de mi desempeño. Renuncio a que otros pongan valor a mi tiempo, y hagan con el lo que quieran. Renuncio a sentirme presa de un largo día porque esos largos días me hicieron muchas veces sentirme mutilada durante las horas muertas de oficina. Renuncio a tener que vestirme de determinada manera, con zapatos que complacen el gusto de otros. Renuncio a no tener voz, renuncio a sentirme perseguida por si cometo un error, renuncio al miedo que le han puesto a mi autoestima. Renuncio a tener que moverme y hablar como otros quieren. Renuncio a sentir que solo valgo porque estudié, porque trabajo o porque gano un “buen sueldo”. Renuncio también a millones de paradigmas machistas y feministas rancios inscritos a lo largo de mi linaje, rompo esos barrotes y grilletes que nos han cruzado a ambos, a ti y a mi querido compañero. He elegido esta renuncia tu lo sabes, y me sostengo de tu mano.  Renuncio por opción, porque hoy tengo esa opción y ya no tengo miedo. No tengo miedo ni al Padre y ni a la Madre que quiso emanciparse y ser igual ese Padre. 

Vuelvo a renacer, amado compañero. Vuelvo a mi pueblo y lugar natal y retomo el poder que nunca debió haber salido de mis manos. Vuelvo a ser regazo de madre.  Vuelvo a recoger dolores que nacieron a raíz de mi ausencia, vuelvo con cicatrices. Vuelvo por instinto.  Vuelvo con mi boca hambrienta de afecto, de tacto, de olor.  Vuelvo loba babeante buscando a los míos. Vuelvo y tomo en mis manos las riendas.  Vuelvo a recoger las galletas del suelo, a limpiar narices llenas de mocos.  Vuelvo a llenar ollas y a cocer almohadas y calcetines.  Vuelvo con mis palillos en mano, a tejer los sueños de mis hijos. Vuelvo bordar con la lana de mi vientre sus manos, sus ojos, su sonrisa, sus anhelos y bordo así nuevamente mi gesto. Vuelvo a abrazarlos largamente, intensamente.  Vuelvo con paja seca para calentar el lecho, nuestro lecho.  Vuelvo a mi nido, a mi madriguera, a mis crías.

No vuelvo a encerrarme en el gineceo. No. No vuelvo a encerrarme en la cocina. No. No vuelvo a oprimirme en el temor, ni vuelvo indefensa, ni a la deriva de cualquier abandono. No vuelvo a tener sueños que puedo cumplir, vuelvo a cumplirlos.  No vuelvo a llorar al calor de una tetera hirviendo, vuelvo solo a reír a carcajadas y a cocinar mientras lo hago. Vuelvo a sentirme plena y no vacía, pues hoy lleno yo la casa con mis hijos. No vuelvo a planchar entre lágrimas, ni a barrer sintiendo que mi trabajo no vale. No vuelvo a complacer a nadie más que a mi misma y a mis hijos.  Vuelvo y tomo tu mano para que nos acompañes.  Vuelvo a una comunidad, vuelvo a la familia, vuelvo a una sociedad de ayuda mutua, vuelvo porque quiero criar integrantes maduros y conscientes.  Vuelvo a casa, vuelvo compañero, y forjo un nuevo camino. Vuelvo más grande y con mis carencias encima de la mesa, con mis surcos cerebrales detectados.  Vuelvo a casa a invitarte a oler nuevamente el amor del vientre y al crecimiento en conjunto como seres humanos. Vuelvo a descubrir un nuevo mundo, un mundo antiguo que ya hemos caminado, y lo nuevo radica en que mis zapatos y los tuyos caminan juntos con firmeza.

Vuelvo a renacer. Vuelvo a poblar, a poblarme. Vuelvo a saciar mi sed la sed de nuestros hijos. Vuelvo a vivir en mí.