miércoles, 6 de noviembre de 2013

Mirándome al espejo y entendiendo mis puerperios



Me miro al espejo.   Gabriel acaba de cumplir 2 años y con ello vamos dejando atrás sus primeros días de vida.  Miro a Manuel que tiene 7 años y percibo su profundidad y la proyección llena de vida que tienen sus ojos.  No recuerdo ya mi vida sin hijos, ni quiero recordarla, tampoco podría imaginarla ya.  El cambio de identidad de mi ser mujer a ser mujer-madre ha dejado sus huellas, y no hay mejor dicha para mí hoy que gozar de ello.  Me miro al espejo y recuerdo los primeros días de mis hijos con algo de nostalgia ¿hay algo mejor en la vida que tener en tus brazos y en tu pecho a ese ser recién nacido que te cambia la vida para siempre? ¿hay algo más trascendental que mirar un pequeño ser y mirarte al espejo al mismo tiempo?

El periodo de puerperio no es un tiempo fácil. Al menos para mí no lo fue. De hecho mi primer postparto fue algo caótico, un período en el que me costó entenderme.  Se abrieron puertas y los umbrales dejaron escapar todo lo guardado bajo siete llaves.  La erupción volcánica que ocurrió durante el parto, por más anestesiado que haya sido, no dejó piedra sobre piedra.  Me recuerdo con Manuel en brazos y la constante sensación de ir caminando sobre una cuerda floja.  Sentí la soledad absoluta en el camino y toda mi vida descarnada sobre mi cama, sobre mi ropa, sobre mi piel. La bebé que fui comenzaba a vivir su vida nuevamente. Ensimismada, recuerdo ver los ojos de Manuel cerrados durante el día en esa impasible estancia que me dio el vínculo más fuerte que había sentido conscientemente en mi vida.  En contraparte, la angustia sobre la noche y el llanto de mi bebé que no cesaba con nada.  Trataba de asirme de alguna estructura fuera esta horaria, temporal o racional, retomar mi vida.  ¿pero qué vida quería retomar? El desconsuelo me aprisionaba cada vez que pensaba que tendría que dejarlo para ir a trabajar.  No quería separarme jamás nunca de Manuel.  

Hoy se que su llanto era el mío, que se manifestaba a través de su ser, un llanto que nunca me permití en muchos años. Manuel lloraba y yo era un péndulo entre el amor más alto y la angustia más intensa. Días sin ducha. Mundos extraños acudían a mí, percepciones inexplicables más allá de mi razón corrían burlándose de mí.  Zozobra diaria y la sensación de no hacer nada bien.  No buscaba ayuda, pues yo no la necesitaba, tal como había aprendido a lo largo de mi vida.  El mundo emocional me poseía y el desequilibrio –según yo- era mi pan de cada día.  Creo que durante mi primer puerperio hace casi ocho años ya, se desataron a correr por doquier vivencias y penas mías.  Un gran espejo frente a mí.  Ahí en el llanto, en los días sin estructura, en el abismo sin tiempo, en el descontrol total de la vida, estaba yo atemorizada. Esto lo entiendo hoy.  En aquel momento fue más brumoso, de poca conciencia. ¿Qué fuera de una casa que jamás se abre, que no se limpia a menudo y en la que sus alfombras guardan polvo y secretos? ¿Qué sería de un hogar por el que el viento tiene caminos definidos sin el permiso de desviarse por debajo de los veladores y rincones? 

Mi identidad volvió a cambiar hace dos años. Ser mamá te cambia cada vez afortunadamente. Claro, cada ser humano que viene a este mundo es único e irrepetible. Con Gabriel tenía algo más de experiencia y algo más de conciencia.  Me dejé llevar. Guardé la razón, y quise sentir.  Abrí la puerta emocional tan machacada en este mundo sin tanto miedo esta vez.  Pero el miedo me volvió a arañar: la niña que fui lloró nuevamente en los umbrales, despertó en la noche llena de llanto por la soledad, una vez más el puerperio me tocaba nuevas teclas que advertían algún desamparo.  La lluvia de la desazón me cubrió y la sombría estancia una vez más me mostró sus telarañas.  Más detalles que trabajar y sanar. Me abracé, me sentí y me paré.  Abracé a mis padres y entendí la vida misma en sus brazos tejidos y en sus propios desamparos.  El viento comenzó a soplar y levantó el polvo de mi casa. Y los secretos volaron también. Corrí a abrir las ventanas. Despareció la senda y el viento voló libre por cualquier lado.  Una magia poderosa también despertó, y me guió a un mundo en el cual seguir creciendo.

Un par de niños juegan en mi casa y desbaratan todo por fortuna.  Tengo que limpiar a diario bajo los veladores y los rincones más intricados. Es un trabajo arduo e importante que implica dificultades y que me impone desafíos personales y emocionales que debo superar a diario. Una luz intensa recorre cada recoveco de mi hogar, de mi interior.  No quedan más adornitos antiguos en las mesitas de estar, se han roto todos.  Los sillones y las mesas han cambiado de lugar.  Aprendí a llorar aprendiendo y enfrentando, y hoy me levanto cualquier día sin tener o saber qué hacer y no me importa. No enmascaro mis temores y mis penas. Prohíbo que mi ímpetu no luche por lo que quiero y cumplo mis sueños en el intento por alcanzarlos.  Intento comprender lo que vivo a cada instante y la enseñanza que me deja hasta un plato de tallarines en el suelo.  Me miro al espejo y tengo compañía, dos pequeños maestros comiendo galletas y con los zapatos desabrochados me miran con sabiduría y sonriendo.  

El puerperio para toda mujer es una estancia que nos lleva a mundos interiores desconocidos.  Nuestro cerebro comienza a funcionar desde otra vereda para proteger a nuestra cría.  Se agudizan sentidos que antes dormían, y la sensibilidad sensorial es nuestro motor de protección.  Y es ahí donde podemos percibir aquellos otros mundos, aquellos que el mundo concreto y establecido llama locura.  Durante esta estancia es necesario procurar entender que el descanso, las pausas, lo lento, las sombras, el miedo, la inseguridad, el dolor no son valores negativos como nos lo han hecho creer, si no todo lo contrario, son aspectos que en nuestra gran acuarela nos hacen apreciar los claroscuros de la vida, nos muestran nuestros límites, nos señalan las heridas y todo lo que hay que sanar.  Aprendamos a pintar nuestra vida, aceptemos que necesitamos la ayuda de otros y  mirémonos al espejo sin miedo.

“Una puerta más que hay que abrir a golpes
hoy me siento muy bien conmigo
hoy quisiera tener testigos
que divulguen que hay alguien perdido encontrándose,
encontrándose
... 
Miguel Mateos




4 comentarios:

  1. Impresionante como has definido lo tan dificil de decir con palabras. Cerciora esto mi pensamiento de que cuando finalice mi puerperio sera mas facil describirlo. Ahora con una bebe de 9 meses... a vivirlo!

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  2. Hermoso articulo. Me siento estar en todas esa palabras y frases. Con una beba de anio y 7 meses, todo esta saliendo a la luz. Un camino dificil si los hay, desconocido, emocionante, y lleno de altibajos. Agradezco a la vida poder tener esta oportunidad de cambio y abrir los ojos, hacer contacto con mi nina interna y salir adelante. Sanar seguramente sera el resultado, y con mi pequena Buda al lado que me ensena cosas increibles todos los dias.

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  3. Emiliano está a unos dias de cumplir su primer año de vida...también recuerdo haberme mirado al espejo con mi hijo en brazos, y yo me mire hermosa, con una hermosura que nunca antes había visto en mi....miraba a mi hijo y lo encontraba precioso...miraba en el espejo y el reflejo me devolvía a dos seres completamente nuevos. Porque nunca antes me había visto de esta forma; así de nueva...
    Mi casa había sido sacudida, barrida un poco por aquí y por allá...pero llegó un remolino a revolverlo todo...y a sanar...y me dolió, más de lo que hubiera creído, imaginado siquiera; dolió tanto, tanto...y no entendía cómo?, por qué pasa esto?...no se cómo explicarlo, porque mi pensamiento sabía por qué, Laura Gutman me lo explicó...pero mi corazón...mi corazón era/es el de mi Ery, yo misma chiquita reviviendo todo, tanto y a la vez...Y mi esposo no entendía, no veía...y mi corazón llorando y sanando...nunca pensé que mi hijo haría tanto por mí. Siempre pensé que sería yo quien lo ayudaría a él a empezar a vivir...gracias a la vida, por la vida de Emiliano, en la mía.
    P.D. Mujer; yo me suscribí a tu blog pero no me llegan las notificaciones...¿qué hice mal?.

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  4. es increible como se abren portales con la llegada de estos seres maravillosos, te amo hija por enseñarme a sentir todo lo existente, 5 meses y miedos a morir y dejarte sola, sombras, un cuerpo mio diferente, tu succionando tu leche de mi cuerpo, solo madre contigo, es realmente descocnocido y maravilloo

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