La única vez que
vi esta palabra fue en la parte posterior de mi carnet de maternidad. Me entraron algunas dudas acerca de qué
información debía ser vertida en esas cuatro líneas. Jamás le pregunté al médico. Craso error,
como siempre, el no preguntar. De todos modos, estoy segura de que mi médico
escuetamente habría respondido: el post parto.
Según lo que
dice Wikipedia, “En la fisiología humana,
el puerperio (coloquialmente cuarentena) es el período que inmediatamente sigue
al parto y que se extiende el tiempo necesario (usualmente 6-8 semanas) o 40
días para que el cuerpo materno —incluyendo las hormonas y el aparato
reproductor femenino— vuelvan a las condiciones pregestacionales, aminorando
las características adquiridas durante el embarazo. En el puerperio también se
incluye el período de las primeras 2 horas después del parto, que recibe el
nombre de posparto”
Más allá de la conceptualizaciones que podamos encontrar en mil enciclopedias, o
incluso lo que nos pudiera decir un buen
psicoterapeuta, considero que las que han vivido este período son las mejores
para definir lo que es un puerperio, pues claro, hay puerperios como hay
mujeres en este mundo, y muchas veces los conceptos guardan inexactitudes o
generalidades absurdas.
En sí, el
puerperio es todo un universo. Para mí
la palabra puerperio vino a significar algo más y a entregarme una concepción
bastante más profunda de mí misma, una vez que leí a Laura Gutman. Esta psicoterapeuta familiar argentina,
considera el puerperio como “…el período transitado entre el nacimiento del
bebé y los dos primeros años de vida…” y hace hincapié en los “famosos cuarenta
días” que se estipulan –sin saber por quién ni para quien- y “…que solo tienen
que ver con una histórica veda moral para salvar a la parturienta del reclamo
sexual del varón…”
Es importante
considerar que el puerperio es un período que es parte de la sexualidad
femenina, que involucra cambios en la vida de una mujer tanto, o más, de lo que
hizo el embarazo. Los cambios son
abruptos en todo ámbito, ya sean físicos, fisiológicos, emocionales y
psicológicos. Las primeras semanas se
asemejan a un vendaval: imaginemos como están trabajando nuestras hormonas para
enfrentar ese cambio. Durante el
establecimiento de la lactancia todo parece una tormenta, la prolactina y la oxitocina, que son las
hormonas que ayudan y protegen mucho este proceso, están siendo segregadas y
son las responsables de aquel amor infinito que sientes por el bebé. El cuerpo, independientemente de las
condiciones del parto, se está acomodando a todas las nuevas variantes que
enfrenta nuestra vida, por ejemplo un día estás con una panza inmensa, y al
otro día ya no, y ahora tenemos un ser en brazos, que solo depende de nosotros.
Y además tu vida antigua quedó “allá afuera” haciendo una gran explosión en tu
identidad. Es un escenario complejo, y muchas recordamos esos días tan
desprestigiados con dolor.
Las primeras
semanas del bebé, la madre debe enfrentarse además al cambio total de la vida,
y como este es un período bastante intimo, es posible que se inicie una
introspección intensa, una mirada hacia uno mismo. Estos estados de cambio tan profundo
conjugado con el cóctel hormonal, hacen que el espejo que te muestra todo lo
tuyo, se vuelva algo monstruoso, la mayoría de las veces. No es raro que un submundo comience a
emerger. Cada recuerdo olvidado, cada dolor escondido, emergen sin ninguna
consideración. Nuestro estado de
conciencia durante el puerperio es distinto al que uno mantiene en el día a
día, y por ende además, durante este período es posible percibir otras
“sensaciones” o mundos sutiles. Este es
el famoso encuentro con la sombra del que tanto habla Laura Gutman, y según mi
opinión es cuando nuestro lado derecho del cerebro hace su aparición, nuestra
parte instintiva. En un mundo que vive únicamente ejercitando el lado izquierdo
del cerebro, este cambio produce a la mujer por lo menos un profundo
desconcierto.
La madre se
encuentra consigo misma, y con la necesidad de tomar su vida por las riendas y
cuestionarse todo lo que uno debería cuestionarse en su vida, y que claro,
jamás hace por miedo, por pereza o por aquella inseguridad que el sistema allá
afuera nos obligan a sentir. Las puérperas se enfrentan a una manada insolente
de recuerdos crudos. La niña desvalida suele aparecer. Conectas indefectiblemente con la bebé que
fuiste, y las carencias que arrastras.
Muchas mujeres, luego de esta ruptura de identidad, quieren tan solo
escapar y volver su conexión con “lo de afuera” que siempre es más fácil
controlar.
El puerperio,
según mi opinión, si tu quieres y te lo permites, puede convertirse en una gran
oportunidad para explorarse y conocerse más, un estadio donde podemos tomar
conciencia de nosotras mismas, y con coraje y apoyo, podemos hacer de esta una
instancia sanadora, para poder recoger los pedacitos de nuestros inmensos
dolores, y cambiar el patrón instaurado en nuestra mente. Si bien este es un
período en la vida un tanto complejo, si quieres crecer, el puerperio lo menos
que puede hacerte es reflexionar acerca de ti misma.
Me gusta pensar
que el puerperio puede ser un camino iniciático para recuperar a la mujer
esencial que llevamos dentro, aquella que por diversos motivos se quedó perdida
en algún bosque. Este es un período que
puede parecer oscuro, pero con esa oscuridad viene una inmensa luz, esa luz que
nos entrega el amor que se expande a niveles inconmensurables por nuestro
hijos. Sin huir de ella y seguir el
camino yendo más allá del dolor, más allá de la oscuridad, encontraremos el
oasis, la energía femenina en su estado más puro, la maravillosa naturaleza
creadora que somos las mujeres. Sin
duda, es un período de crecimiento increíble, en el cual, con conciencia
podemos crecer y mejorar y criar mejores seres humanos.
Somos mujeres
cíclicas, tal como en el mes tenemos la menstruación, que nos ayuda a retirar
restos que nuestro cuerpo no necesita, asimismo, el puerperio nos ayuda a
remover nuestros parajes interiores que necesitan una limpieza. Nos renovamos,
nos reconocemos, reconocemos también nuestras virtudes, nuestras fortalezas, y
los sueños que viven en nuestro interior y es esa fuerza creadora la que nos
ayuda a crear/criar nuevos caminos, aquellos que queremos para nuestros hijos.
El puerperio es
un período sagrado, tan sagrado como todos los períodos que tiene la sexualidad
femenina.
Tomemos
conciencia.
Tan cierto, tan real, tan iniciático...Una Feliz Sobreviviente de un puerperio lleno de crecimientos y empoderamientos!
ResponderEliminarUn triple abrazo lunar!
El puerperio bien conducido y acompañado, estoy segura, conduciría a todas las mujeres al empoderamiento, y según mi opinión este mundo sería otro. Es bello poder crecer, pese al dolor que esto puede involucrar. Gracias por tu visita!! y otros tres abrazos lunares!!
Eliminar(Si quieres puedes seguirme en facebook: http://www.facebook.com/SermamaSerconciencia)
buen artículo, muy certero!
ResponderEliminarSaludos!
Mil gracias Valisticah! Siempre son buenas las palabras que muestran que a alguien le ha gustado!!
EliminarMe encantó tu post, es tan cierto todo!!!
ResponderEliminarAbrazos con cariño, de una puérpera por segunda vez...
Mamasaya, yo tambien estoy en mi segundo puerperio!! y ha sido complejo, pero me ha empoderado muchísimo!! Si queremos y nos lo permitimos, las mujeres podemos ser tan poderosas!! Gracias por tus bellas palabras
ResponderEliminarGracias, muy buen artículo que da luces a las primerizas como yo, nuevamente gracias!
ResponderEliminarMe cala profundamente este artículo. Parece un relato de mi vida puérpera del presente, un relato que por cierto quisiera que terminara así, como un tiempo de crecimiento profundo y sincero. Un tiempo en que cómo tu dices "tenga la valentía de construir una vida sincera, y por sobre todo, con más amor y conciencia" para mis hijas maravillosas que son lo esencial y verdadero. Te agradezco mucho por este blog, me hace sentir acompañada. Abrazos
ResponderEliminarGracias por compartir tan buen articulo, como matrona y mama te felicito.
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