Vivimos en una sociedad
en donde los valores masculinos están siempre por sobre los valores
femeninos. El predominio de lo tradicionalmente
masculino en nuestra cultura se sustenta básicamente en aspectos que vemos en
la cotidianidad: la explotación del hombre por el hombre, la competencia
desmedida y la búsqueda del éxito, las
clases sociales, el dominio de los ricos sobre los pobres, el dominio del
hombre sobre las mujeres, y el dominio de los adultos por sobre los niños, el
dominio del ser humano por sobre los animales.
Y hoy sabemos de sobra que esta estructura que nos rige no conduce más
que al sufrimiento de los seres humanos y de los otros seres que habitan la
tierra. Un paradigma en extremo violento
y que claramente ya no funciona.
La violencia se cuela por
todos lados, traspasa paredes, transgrede posesiones sagradas de los seres
humanos (como los niños) y está presente en nuestra mesa a la hora de
comer. Y sin duda tiene mil caras. Una de las violencias a lo largo de nuestra
historia que ha sido más destacada es la violencia hacia la mujer, contra la cual se ha luchado duramente por
principales corrientes humanistas durante el siglo XX, y afortunadamente se han
logrado avances.
El Día Internacional de
la Eliminación de la Violencia contra la Mujer fue aprobado por la Asamblea
General de las Naciones Unidas el 17 de diciembre de 1999, y se celebra anualmente cada 25 de noviembre,
en memoria de las hermanas
Mirabal, tres hermanas dominicanas que se opusieron a la dictadura y fueron
asesinadas por el dictador Rafael Leonidas Trujillo.
En el presente post quiero hoy hacer referencia
básicamente una de las violencias en contra de las mujeres más invisible, aquella
que está institucionalizadas y tan mecanizadas que ya es parte de los
protocolos médicos y es vista como parte de la atención normal y adecuada en
los recintos médicos llamados maternidades. Esta violencia es silenciosa y
vulnera hoy no solo a las mujeres si no también a los niños recién nacidos y a
los padres, en uno de los momentos más sensibles del ser humano: el parto y el nacimiento.
Qué es la violencia obstétrica?
La ONU define "violencia contra la
mujer" como: Todo acto de violencia basado en el género que tiene como
resultado posible o real un daño físico, sexual o psicológico, incluidas las
amenazas, la coerción o la prohibición arbitraria de la libertad, ya sea que
ocurra en la vía pública o en la vía privada.
Entonces podemos definir “violencia obstétrica”
como: todo acto que vulnere o humille o involucre un trato vejatorio hacia la
mujer o al bebé durante la gestación, labor de parto, el parto y horas posteriores al
nacimiento produciendo daño ya sea físico, emocional o psicológico en ellos.
A
continuación algunos de los hechos que involucran violencia durante una labor
de parto y parto:
1.- El exceso de intervencionismo médico con
procedimientos invasivos por ejemplo el tacto, y con masividad de profesionales
en el lugar del parto.
2.- El exceso de medicalización, sobre todo el uso
de oxitocina sintética para la inducción del parto. El parto es un proceso involuntario y por
ende no se puede controlar. La oxitocina
sintética si bien ayuda a la dilatación, no contribuye a la producción natural
de otras hormonas que debe producir el cuerpo de la mujer en parto. Además contribuye a que el dolor sea más
intenso.
3.- Reproches, burlas, comentario descalificadores y bromas hacia la mujer por parte del personal médico, por ejemplo: mofarse por lo quejumbrosa. Así como también el conversar de “otros temas” interesantes para los que “trabajan” en el parto.
4.
La postura de la madre en forma horizontal o de acuerdo a la comodidad del
personal que atiende el parto.
Normalmente se recuesta a la madre y no se le permite libertad de
movimiento alguno, es decir levantarse cuando quiera, caminar, sentarse o
ponerse en la posición que la madre se sienta más cómoda. Aquí caben las situaciones que acostumbran en
algunos lugares como amarrar los pies o las manos de la madre.
5.
Acompañamiento durante el parto. Una mujer en labor de parto tiene el derecho a
permanecer acompañada todo el tiempo por quien lo desee y cuanto tiempo ella lo
necesite.
6. Separación de la madre y el recién nacido. Ningún procedimiento médico justifica separar a un recién nacido sano de su madre. Cualquier tipo de examen se puede hacer con la madre presente. La separación injustificada que perturba el momento más delicado del equilibrio oxitocínico del establecimiento de la lactancia y del vínculo afectivo entre ambos.
6. Separación de la madre y el recién nacido. Ningún procedimiento médico justifica separar a un recién nacido sano de su madre. Cualquier tipo de examen se puede hacer con la madre presente. La separación injustificada que perturba el momento más delicado del equilibrio oxitocínico del establecimiento de la lactancia y del vínculo afectivo entre ambos.
7. Violencia física o rutinas que se aplican ciertos
procedimientos que no tienen fundamento, como por ejemplo: tactos, depilación,
inmovilización, etc.
8.- Rotura artificial de membranas, cuya finalidad
es apurar el nacimiento. Esta rotura
debe hacerla el bebé.
9.- El pujo dirigido: El pujo debe realizarse sólo
cuando la madre tenga las ganas de hacerlo. Una madre que no tiene ganas de
pujar puede que sea una cuya dilatación no esté completa. Se debe respetar el
deseo de pujo y ninguna persona puede forzarlo.
10.- La
episiotomía es un corte en la vagina de la mujer. Se utiliza la excusa que así
es más fácil que la cabeza del bebé “salga”. La Organización mundial de la
salud la desaconseja y son muchos los expertos que lo consideran un
procedimiento innecesario e incluso peligroso.
11.- Una cesárea innecesaria: un
procedimiento del cual muchos obstetras abusan para satisfacer su comodidad,
sobre todo horaria.
La violencia obstétrica es sin duda un tipo de violencia que
va en contra de las mujeres, y por ende contra los bebés. La lista de puntos de
violencia durante un parto puede ser interminable. Lamentablemente, en este
momento tan frágil del ser humano, y lo digo para la madre, el padre y el bebé,
la violencia que se ejerce es una forma eficaz de reproducción de la violencia
social de una generación a otra. Las
secuelas quedan sobre el sistema neurológico de niño y el sistema emocional y
psicológico de la madre, el padre, porque un parto es un recuerdo para toda la
vida.
Este tipo de violencia lamentablemente sigue sin
ser reconocida por los sistemas legales de la mayoría de países como una
violencia sistemática ejercida en maternidades hacia las familias. Es solo mediante la búsqueda de información
por ende el empoderamiento de cada uno de nosotros, seamos hombres o mujeres,
que podemos visibilizar y conocer este tipo de prácticas y en ese instante
hacer el cambio. La toma de decisiones
conscientes e informadas hace que nuestros paradigmas en torno a la gestación,
el parto, el nacimiento y el puerperio, es decir paradigmas de nuestra sexualidad vayan cambiando.
Es hora de tomar conciencia.
Aquí: Otro artículo de violencia obstétrica interesante
Y que hay de la violancia hacia la mujer embarazada y antes de alumbrar?
ResponderEliminarQuerida Jeannette, es lamentable esa violencia, estamos como mujeres sumergidas en tanto maltrato hacia nuestra sexualidad!! Los sistemas laborales por ejemplo, son el más viva prueba de la violencia hacia nuestra maternidad, y son tantos los aspectos que no nos hacen la vida, nuestra vida femenina más fácil. Es lamentable, pero de alguna forma tenemos que hacer conciencia y eso parte por nosotras. Mil gracias por tu visita y por tu comentario. Un abrazo!!
EliminarTengo tres hijos, la primera la tuve con diecisiete, imagina la coña, me dejaron allí sola mientras dilataba y ellas tomaban café, hace catorce años no era tan fácil que entrarán hasta el parto (experiencia horrible), segundo parto, rápido, como todos los segundos, matron simpático, pero empeñado en que empujara en la cama, hasta que no me llevo al paritorio me negué porque la postura era muy dolorosa y yo quería poder incorporarme, efectivamente la niña en dos empujones estaba fuera. Ya llevamos dos cortes que me quedo para siempre. Último, el niño, el más grande, fui atendida por una matrona estupenda y mi pareja, nada de cortes, nada de conversaciones que no vienen a cuento, nada de lavativas ni nada parecido. Comentario de la simpática ginecologa que ni se molesto en explorarme después de seis horas aguantando en el hospital porque mi niño hace las cosas con calma y las contracciones venían muy separadas aunque fueran de parto : así atiendes tú los partos?. Pues sí señora y aprenda de está muchacha que casualmente había estado estudiando en inglaterra. Sin duda me queda un buen recuerdo.
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