Durante mi
caminata desde la casa hacia el metro, mientras cargo mi mochila en los
hombros, me vine tarareando una cancioncilla algo cursi que se me vino a la
cabeza. Era algo así como la canción de
una princesita que espera que su príncipe, un señor casado, se fije en ella. Un lugar común en
el imaginario de todas las mujeres que crecimos con las telenovelas o comedias
románticas entre los años 80 e incluso 90.
Y hago memoria y se me viene
indefectiblemente más canciones que poblaron mi niñez: las voces
españolas de Mocedades, por ejemplo, con
canciones de mujeres muy sufrientes y llorosas, reclamándole tímidamente a sus
maridos sus infidelidades o desde su puesto de secretaria declarando un amor
oculto. Tomo conciencia de que esta es
una de las figuras femeninas incrustadas en mí.
En mi camino veo
en un paradero de micros a una mujer vestida de oficina con un bebé en brazos
muy arropado y con dos bolsos colgando. No parece cómoda. La micro no le para, y ella vocifera algo,
indignada. Sigo tarareando la cancioncita que no me quiere abandonar. Y pienso que en mi casa, mi madre una
feminista y militante política acérrima, y que incluso quiso ser guerrillera, inculcó
en mí el ideal femenino de los años 60’ y 70’, es decir el ideal de que la
mujer que tenía que estudiar y trabajar a la par del hombre. Nunca tuve otra idea en la mente que entrar a
la universidad y luego conseguir un
trabajo en pos de mi independencia económica.
De casorios de blancos y virginidades hasta el altar ni hablar. Sin embargo, sí esperaba al príncipe
azul. Con respecto a los hijos, bueno simplemente llegarían con el amor rosa que
inspiraría en mí aquél señor. Y pare de
contar. Nunca soñé la vida posterior a
eso. Simple y sencillo. Lo cierto es
que culturalmente tenía una maraña en la
cabeza que abarcaba las ideas femeninas de
aquellas canciones y sensaciones
femeninas de inferioridad ante los hombres, y por otro lado la necesidad de
igualarlos y emanciparse a toda costa. Y
donde queda esta maraña en la realidad estricta y consumidora que se vive en la
segunda década del siglo XXI? Las mujeres estamos cambiando.
Estas dos
mujeres me cruzan transversalmente y contradictoriamente. Y por ahí, estudié
una carrera universitaria y me convertí en profesional. Encontré un trabajo exitoso, cubiculado,
jerarquizado y para la media bien remunerado.
Encontré a mi príncipe azul, a quien hoy reconozco como un ser humano,
con todas sus virtudes y sus no tan virtudes también, y soy muy feliz. Fruto del amor, no tan rosa como imaginaba,
si no mucho más poderoso y complejo, tengo dos hijos hermosos. Entonces,
se hizo en mi la maternidad. Un paraje desconocido y muy poco andado,
claro, por esas mujeres que me cruzan.
Quizás para unas, aquéllas que suspiraban y lloraban mientras cocinaban,
enceraban y planchaban, los hijos eran un que hacer doméstico más. Para las otras algo guerrilleras fueron un
sacrificio y un aspecto que las volvía más esclavas de los hombres.
Hoy me saco
leche en el baño de la oficina mientras pienso en qué prepararé de almuerzo
para mañana. Mis hijos esperan en casa y yo no hallo la hora de que termine mi
jornada laboral. Sin duda, preferiría estar con ellos si no fuera porque es
necesario mi aporte económico en casa.
Sigo tarareando la cancioncita aquella y reparo en el mail la
información del magister que tantas ganas tengo de hacer. Las dos mujeres
cohabitan en mi con otra mujer que comienza a empoderarse.
Me preparo para
subir al metro y a mi viaje de una hora.
Allí, en posición poco meditativa solo pienso en besar a mi bebé de 8
meses y con ilusión he comprado un cuento con ilustraciones que me ha fascinado
para el de 6 años. Luego los abrazaré y
jugaré con ambos al remolino en la cama y ya escucho la risa del menor y se que
no podré negarme a las peticiones del mayor que nunca se cansa del juego. Los bañaré, les pondré pijama, dormiré con
ellos, uno tomando teta y el otro agarrado a mi cintura. Los abrazo y quiero enseñarles que para mi
hoy son la razón de mi vida y de la lucha por mi libertad interior.
Afortunadamente
llevo en mi gran mochila un libro de Laura Gutman, una frase de Casilda
Rodrigañez y todo lo leído en internet
en los blogs de las madres españolas, las de la tribu, las que me reconectaron,
las autoras de Una Nueva Maternidad. Y
me digo: gracias Dios.
Me alegro tanto de tu empoderamiento interno!!! Un abrazo y que sigas disfrutando de tu maternidad
ResponderEliminarQuerida Azucena, no sabes el honor y la emoción que significan para mi tus palabras!! Te las agradezco con todo mi corazón!!
EliminarQue precioso. Muchísimas gracias
ResponderEliminarLo mismo, un honor que hayas leído mi post!! Mil gracias!! y no me pierdo tus post!!
EliminarGracias ♥♥♥
ResponderEliminarDe otra madre que adora las canciones románticas y quiso ser en algún sentido "guerrillera"
Gracias por la parte que me toca.
Presiosa, también me encantan las canciones románticas!! Un honor para mi tu visita, te la agradezco tanto!! Mil gracias por escribir y expresar lo que tantas madres sentimos!!
Eliminar¡Qué hermoso escrito!
ResponderEliminarMe identifico tanto con la dualidad que describes...
Gracias por tu blog.
Un abrazo desde España.
Mónica
Creo que no puedo con tanta emoción por que ustedes hayan leido mi post!! Què honor!! vuelvo y repito!! La dualidad nuestra es la que da pie a nuestro crecimiento como mujeres es pos de un nuevo mundo!! Gracias por estar ahí!!
Eliminar¡¡¡¡Abrazos y Agradecimientos!!!! Sabernos en el mismo camino nos hace tan poderosas...
ResponderEliminarY cada día somos más!! gracias a muchas como ustedes que han hecho posible que muchas más mujeres abramos los ojos y tomemos coraje!! Un honor para mi tu visita!! Un abrazo desde Chile!!
EliminarMil gracias!!
Es para mi un verdadero honor que las autoras de Una Nueva Maternidad, estas mujeres preciosas y valientes hayan visitado mi blog!! Les agradezco tanto tanto!!
ResponderEliminarUn abrazote para todas desde Chile!!
Recién lo leo...
ResponderEliminarSaberse tan cerca en ese sentir en femenino emociona mucho
Un gran gran abrazo
Tengo una vez más el honor de recibir las letras de una de las mujeres que me reconectaron! Gracias Erika, porque ese sentir femenino nos une estemos donde estemos... a mi me sigue maravillando y emocionando ese hecho...
EliminarTe mando otro gran gran abrazo
A pocos dias de volver al trabajo agradezco llevar también tus palabras en mi mochila! Violeta de 5 meses y yo te mandamos un beso desde Argentina...
ResponderEliminarNoelia y Violeta! las siento en el alma!! mil gracias por su visita!!
Eliminarhola Azucena, ya he leído tu texto y entiendo como nos espejeamos, gracias por estar y escribirlo. abrazos.
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