miércoles, 9 de mayo de 2012

COMO PAN Y MANTEQUILLA Una reflexión personal acerca del nuevo postnatal



Hoy, después de casi siete meses desde el nacimiento de Gabriel, me separo de él por más de 3 horas.  Hoy, luego del embarazo y de sus primeros meses de vida en conjunto con su hermano Manuel y su padre, vuelvo a enfrentarme a regañadientes a mi trabajo.  No he podido contener las lágrimas durante el viaje en metro, no he podido contener la rabia infinita que me da dejar a mi cachorro y sus necesidades en manos de otros. No he podido evitar que un torbellino de preocupaciones y el estrés se apoderen de mi vida y de cada célula de mi cuerpo.  Me siento en un cuadro poco prometedor para una mujer en puerperio, y que recién está concientizando su primer puerperio ocurrido hace 6 años.

Gabriel nació el 6 de octubre, en un parto común y corriente en una clínica cualquiera de la ciudad de Santiago.  Para mí, su madre, por supuesto ese momento no tiene nada de común y corriente, pues la magia,  la emoción y alegría embargaron todo mi ser, el amor que me nació con Gabriel me sigue naciendo a borbotones y no puedo ser más dichosa por ello.  Si bien, hoy haría de distinta forma muchas cosas durante el embarazo y el parto, me quedo sin duda con mi panza inmensa, me quedo con sus ojos grandes abiertos y su llanto potente al nacer, me quedo con su calidez húmeda en mi pecho, me quedo con sus manitos pequeñas y enrolladas como dos ovillos.  Siento a Gabriel en mi pecho y la sensación es única al reconocerlo.  Su aura pasiva, tranquila y sublime comienza la escalada intensa hacia la toma de posesión de la cima de mi vida, y en su paso va llenándome de un amor profundo, indeleble e irrevocable, haciéndome sentir una montaña plena.

Justamente ese mismo día, en el Congreso el Presidente de La República firmaba el decreto de ley que alargaba el postnatal a seis meses, es decir, de las antiguas 12 semanas que te otorgaba la ley para estar con tu bebé recién nacido, ahora serían 24 semanas.  Este hecho contribuyó bastante a mi tranquilidad, cosa que no me ocurrió cuando nació Manuel, a quien habría tenido que dejar de casi 2 meses y medio, si no fuera por un par de artimañas. Qué espanto!

Las semanas de tranquilidad que me aportó el nuevo postnatal,  abrieron paso a un caudal de tiempo sin tiempo, una estación maravillosa al contacto de Gabriel, quien abre cada día sus grandes ojos azules y para mi es como si salieran dos soles en mi cielo.  Gabriel reconoce y nosotros lo reconocemos a él.  Un tiempo que solamente vives en el aquí y el ahora, en una sonrisa, en su llanto, en sus gestos, en su suavidad, en su olor.  Un espacio para solamente estar, respirar, amar y ser de nuevo como pan y mantequilla, como lo fui con Manuel hace seis años.  Una sensación de plenitud tan intensa, que a veces me agobia y me descentra.  Decido en este punto seguir su ritmo, los de la familia y los míos.

Entonces comenzó una vez más el cambio en mi vida, interno y personal, trayendo consigo una cantidad de información que corroboró lo que sentía, y más aún, lo que sentí cuando nació Manuel. No quería separarme de Gabriel.  Las piezas se unieron! Allá afuera habían cientos de mujeres que sentían lo mismo que yo!  Las semanas de alargue permitieron mi relajación y por ende pude explorar más en mis emociones y permitir que el universo trajera lo que yo necesitaba. 

Sentí que me unía a un todo, y así fue como conocí y reconocí la crianza respetuosa y lo que se estaba hablando de ella. Corroboré que mi angustia es la misma que la de millones de madres sienten a la hora de dejar a su cría y reincorporarse el ámbito laboral.  Corroboré con dolor que el sentimiento del bebé al ser dejado en una guardería es literalmente de abandono. 

Y hago la reflexión: si bien el nuevo postnatal instaurado en Chile ha aportado grandes beneficios a la salud de madre e hijo, la angustia por parte de ambos a la hora de retomar el trabajo sigue siendo muy alta, lo digo sin tomarlo de ninguna estadística, tan solo de lo que escucho, percibo y por experiencia .  En este punto, las madres probablemente podremos solucionar esta ansiedad con antidepresivos y con la sensación de que hacemos lo correcto al reincorporarnos al trabajo y “quedar bien” con “todos” ya que porque trabajo, me desarrollo profesionalmente entonces “valgo”.  Sin embargo, hay un ser humano en sus primeras semanas de vida que no podrá acudir a los mismos ardides, ya que el único hábitat  que conoce, después del vientre, es el pecho de su madre y el único modo de vida que entiende es al tacto, al olor, al calor y en la voz de su madre. 

Las madres, querámoslo o no, sabemos que esto ocurre, claro, habrán realidades que pueden ser más suaves que otras.  Por ello considero que a la hora de hablar de un postnatal que otorgue salud integral a nuestras familias, debemos considerar que cada mujer y niño son distintos, y por lo mismo cada mujer debería poder elegir libremente cuando reincorporarse a su trabajo, desvistiéndose de todas las ideas preconcebidas acerca de la “realización femenina” y las exigencias que nos impone la sociedad que nos rodea.  Habrá mujeres que no puedan simplemente dejar de trabajar, pero al menos debería ser apoyada por su comunidad y familia.  Se que suena simple, pero porque no ir en búsqueda de un sistema más respetuoso con nuestros procesos?

Este despertar ocurrió en mí gracias al nuevo postnatal ¿Qué pasaría si el tiempo fuera más largo?

Mi camino continúa…

2 comentarios:

  1. Claro es genial estar harto tiempo con nuestros bebés, pero la angustia igual está, porque no se sabe cuando pagarán las licencias... yyy en mi caso me imponen por el mínimo y recibiré menos plata... bueno... me queda tiempo ya que en nov. salgo con mi postnatal. Pero esos grandes detalles me angustian, ya que al trabajar mi esposo y yo, obviamente habrá una entrada menos de plata y tenemos una hija de 2 años y medio... uf...

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    1. Querida Ingrid, entiendo perfectamente tu angustia, yo mismo he vivido esa ansiedad producto de la incertidumbre económica. Es lamentable que en la sociedad actual, nosotras y nuestras familias tengan que pasar por esas angustias y preocupaciones, cuando necesitamos todo lo contrario: la tranquilidad para criar. Me sigue dando mucha pena tanta lagrimas de tantas madres por tener que vivir estresadas uno de los momentos mas lindos en la vida. Me gustaría una sociedad donde el tener hijos no fuera un crimen, no fuera un pesar, un sistema donde la crianza de los seres humanos fuera premiada. Estoy segura que esos seres humanos seríamos más felices. Hay que empoderarse, buscar formas para seguir soñando con ese mundo, que estoy segura se puede lograr.

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